Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Informaciones decepcionantes

Iñaki Urdangarín, en COPE
Iñaki Urdangarín, en la Cope.
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Iñaki Urdangarín, en COPE

Los dos llevaban meses en silencio, apareciendo en fotos robadas, en imágenes captadas de lejos, o pillados al mogollón en un intento por conseguir unas palabras. Los dos, suegro y yerno, llevaban meses siendo simplemente un nombre de alguien que un día fue y que ahora intenta no ser. Y los dos han elegido el mismo día para reaparecer, para volver, para romper su silencio, para contar cómo se sienten y para anunciar cuáles son sus planes de futuro.

Iñaki Urdangarin ha hablado por primera vez desde que salió de la cárcel, desde que fue condenado, desde que se anunció su separación de la infanta Cristina, desde que ha conseguido la libertad. Y con esa sensación de liberación ha querido hablar por primera vez en una entrevista en radio, diciendo que se siente joven, que quiere empezar una nueva vida, un nuevo trabajo, un renacer que casi reivindica tras años de prisión y silencio. Sobre esa etapa prefiere no dar demasiados detalles, confiesa que no fue fácil, pero nada más. Prefiere mirar hacia el futuro, un futuro que él lo pinta como renovado, liberado. Tiene planes y los quiere contar, quiere volver al deporte, quiere cambiar, parece, incluso de ciudad de residencia… Nueva etapa vital que ha querido contar a los cuatro vientos, rompiendo con ese silencio sepulcral que se impuso o le impusieron cuando estalló todo el caso Nóos.

Su suegro también habla de nueva etapa en la carta que le ha enviado a su hijo. También habla de una penitencia, ya pagada y con la que quiere o cree haber saldado su deuda. Año y medio retirado, año y medio desde su salida de España. Y lo recalca así, como el sacrificio hecho por la Corona, por su hijo, por la institución. Apenas una línea en la que dice lamentar, ni siquiera pide perdón por lo ocurrido, por el dinero defraudado, por la confianza quebrada. Pasa página rápido y anuncia que en los próximos meses volverá a pisar suelo español, volverá, de visita… aunque entre líneas se puede leer que esto es una vuelta a plazos, en diferido: hoy una regata, mañana una reunión invitado por X asociación y que, así, sin querer, poco a poco la opinión pública se acostumbre a verle por aquí, para en un plazo no definido, volver a instalarse, quizás, en España.

Es curiosa la coincidencia no buscada de ambos para volver a hablar, para volver a ser actores de sus vidas. Curiosa, porque entre ambos hay demasiado en común, aunque ambos renieguen uno del otro. Ambos creyeron que lo que hacían estaba bien, lo creyeron porque o bien se lo decían una y otra vez o bien porque, como siempre habían actuado así, ¿qué había de malo en eso? Lo más llamativo es no encontrar ningún atisbo de arrepentimiento. Ni siquiera la cárcel, ni siquiera los miles de kilómetros de distancia han servido para que esa reflexión se la interiorizaran. Una pena.

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