Cataluña como destino turístico vale muchísimo la pena, lo saben bien los 19 millones de extranjeros que en el último año la visitaron atraídos por su magnífica oferta, pero los independentistas que gobiernan la Generalitat no tienen remedio.

El procés lleva años haciendo mella en el turista vacacional del resto de España, que se siente incómodo tanto por los mensajes políticos como por la presencia en las calles, monumentos y hasta en las playas catalanas de lazos, esteladas y pancartas.

"Al derrumbe del visitante extranjero por culpa de la pandemia se añade la debilidad del turismo nacional"

En los años álgidos de la tensión secesionista, los viajes a Cataluña por parte de los demás españoles cayeron cerca de un 24%, una cifra que sería mucho mayor si no fuera por la atracción de Barcelona con sus ferias y congresos. En 2019 empezó una cierta recuperación hasta que las protestas violentas por la sentencia del procés del octubre pasado, jaleadas por el Govern, golpearon de nuevo. Este verano los hoteleros, comerciantes y restauradores catalanes tiemblan. Al derrumbe del visitante extranjero por culpa de la pandemia se añade la debilidad del turismo nacional.

Esta semana Quim Torra ha presentado una campaña para atraer a turistas del resto de España, pero ¡oh, sorpresa!, sin nombrarlos. Afirma que busca el visitante de "proximidad" y que "todos serán bienvenidos", pero lo dice con frialdad, sin atreverse a personalizar el origen, incapaz de pronunciar "españoles" y exclamar un caluroso "¡bienvenidos!".

"Los catalanes de a pie sí os decimos de corazón que sois bienvenidos"

La crisis sanitaria era una buena ocasión para lanzar mensajes de cariño desde las instituciones catalanas hacia el resto del país. Una oportunidad para la reconciliación. Los dirigentes separatistas no tienen remedio, pero los catalanes de a pie sí os decimos de corazón que sois bienvenidos.