Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Un verano con mucho que celebrar

Casi un 70% de los vascos de 50 a 59 años ha recibido al menos una dosis de la vacuna y el 22% está inmunizado
Una mujer recibe una de las dosis de la vacuna contra el coronavirus en el País Vasco.
20M EP
Casi un 70% de los vascos de 50 a 59 años ha recibido al menos una dosis de la vacuna y el 22% está inmunizado

Lo vemos en la calle: estamos de celebración, recuperando velozmente la normalidad anterior a la pandemia. Y eso es posible porque más de 10 millones de españoles ya tienen la vacunación completa, más del 86% de los mayores de 50 años han recibido al menos una dosis, y vamos a cumplir el objetivo de alcanzar el 70% de inmunidad antes de que acabe el verano. 

Pero junto a la fiesta, a los reencuentros con familiares y amigos es imprescindible una reflexión general que nos conciencie sobre la suerte que, dentro de la desgracia, hemos tenido. En efecto, sí, ha habido suerte. Ya sé que para quien ha perdido un ser querido eso no es ningún consuelo, pero si pensamos colectivamente, en términos históricos, esta pandemia pasará a los libros como leve, por muchas razones.

La primera es que la mortalidad se ha concentrado en los mayores de 70 y, sobre todo, 80 años. En cambio, en el resto de la población baja a cifras por debajo del 1% y entre niños y jóvenes la afectación ha sido extraordinariamente leve, del 0,03% frente al 7,8% de los ancianos. Y esto lo ha cambiado todo. De haber golpeado de forma parecida a adolescentes, madres con hijos, treintañeros o matrimonios de cincuenta años, el drama social hubiera sido otro. No olvidemos que la gripe de 1918 mató sobre todo a los que tenían entre 25 y 34 años. 

La segunda razón son las vacunas. Son un éxito científico sin precedentes porque, yendo bien y rápido, se creía que tardaríamos cinco años en tenerlas. Y entonces el impacto sanitario y socioeconómico hubiera sido terrible. Las restricciones no se habrían podido sostener y habríamos acabado resignándonos a tener millones y millones de muertos.

El tercer factor es la tecnología. Hace treinta años no habría habido teletrabajo. Hagan cuentas de cómo nos hubiera cambiado la vida durante la pandemia.

La cuarta razón determinante, para nosotros, es la Unión Europea. La campaña de vacunación, pese a los problemas iniciales, está siendo un éxito que refuerza el proyecto europeo. Europa también ha sabido responder con un plan de recuperación económica que, tanto por la cantidad como por el mecanismo adoptado, no tiene precedentes. Hemos lamentado el brexit todos estos años, pero con el Reino Unido dentro de la Unión es muy posible que la mutualización de la deuda, que tiene una lógica federal, no se hubiera aprobado.

Finalmente, las mayores economías del mundo han tomado conciencia de que la competencia fiscal y la existencia de paraísos fiscales es un suicidio para los Estados, y que el mundo postpandemia necesita que los grandes gigantes tecnológicos paguen impuestos en todas partes. El G-7 ha aprobado un tipo mínimo del 15%. Es una gran noticia para un verano con mucho que celebrar.

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