OPINIÓN

La voz y las mascarillas

Un profesor da clase con mascarilla en la universidad (Archivo)
Un profesor da clase con mascarilla en la universidad.
OSCAR DEL POZO/EP/ARCHIVO
Un profesor da clase con mascarilla en la universidad (Archivo)

El uso de la voz y la comunicación y el uso de las mascarillas quirúrgicas (y de otros tipos) se ha convertido en uno de los temas más importantes en la era  Covid-19. Desde el inicio del ciclo escolar, los docentes se han visto obligados a usar mascarillas dentro de los centros educativos y a adaptarse a esta nueva realidad. Si bien hay muchas investigaciones y discusiones abiertas sobre los posibles efectos negativos para la voz, los logopedas nos enfrentamos a un incremento en las consultas sobre el tema en nuestro día a día. 

En un estudio reciente, buscaron cuantificar acústicamente el desafío potencial que plantean las mascarillas para la comprensión de un oyente. Para ello compararon una simple y mascarillas N95. Los datos mostraron que cada mascarilla sirve esencialmente como un filtro de paso bajo, atenuando las frecuencias altas (2000-7000 Hz) habladas por el usuario, con un nivel de atenuación de decibelios (dB) que varía de 3 a 4 dB para una máscara médica simple y cerca de 12 dB para las máscaras N95 (Goldin et al., 2020).

¿Qué significa esto? Que las mascarillas, sea cual sea su formato, degradan de forma significativa la calidad del habla que, en combinación con el ruido del ambiente, las cualidades acústicas poco favorables del espacio físico y la falta de información visual que permita completar de forma eficaz la información auditiva (ya que la mascarilla elimina la posibilidad de poder leer los labios) hacen que el habla en muchos casos se vuelva ininteligible y eso es lo que hace que esforcemos nuestra voz

Podemos decir que los profesores deben enfrentarse a dos problemas importantes por el uso de las mascarillas: hacer un buen uso de su voz para ser escuchado y el impacto de las habilidades sociales no verbales, principalmente cuando se trabaja con niños.

En gran medida nuestra comunicación depende de las expresiones faciales de todo el rostro y cubrirlo con las mascarillas cambia la interpretación de las señales sociales que acostumbramos a utilizar a diario. Afortunadamente nuestro cerebro puede adaptarse a ello y muestra de ello son las investigaciones que nos dicen que dependemos de una variedad de información, incluido el tono de voz (Paulmann y Uskul., 2014), el lenguaje corporal (Aviezer et al., 2012) y las señales contextuales (Aguert et al., 2013) para leer las emociones de las otras personas. 

Por tanto, aunque no tengamos toda la información por tener parte del rostro cubierta, podemos usar otras formas, tanto para comunicarnos, como para comprender a los demás.

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