Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Las fiestas de Westminster

<p>Sesión en el Parlamento Británico.</p>
Sesión en el Parlamento Británico.
ROGER HARRIS / EFE
<p>Sesión en el Parlamento Británico.</p>

Lo peor de la noticia y el escándalo de lo que ocurre de puertas para dentro del parlamento británico es que no es la primera vez. Hace 3 años, una investigación de otro medio de comunicación, VICE, destapó trazas de cocaína en cuatro de las nueve estancias restringidas a los parlamentarios. Algunas de ellas, eran justo las que estaban al lado de las zonas de restaurantes en las que suelen comer o echar una pinta sus señorías entre sesión y sesión o al final de una larga jornada de debates acalorados. Entonces, los ilustres diputados del Reino británico echaron la culpa a los turistas. Dijeron que si había restos de estupefacientes en esos baños o en esas salas era porque estaban abiertas al público y por ahí, vete tú a saber, quién pasaba y qué hacía cuando nadie les veía. Ahora, y también entonces, sabemos que aquello no era cosa de los de que venían de fuera sino de los que estaban dentro.

La información revelada por el Sunday Times el domingo confirma que el Palacio de Westminster es una auténtica bacanal. 9 de los 11 baños analizados han dado positivo: han encontrado restos de cocaína. La cosa tiene su miga, porque estamos hablando de un análisis aleatorio, sin previo aviso. Es decir, que no fue un chivatazo de un acto puntual: si encontraron restos en tantos sitios es que allí se consume a diario y mucho. Un detalle más: dos de esos baños que han dado positivo están justo al lado de la oficina del primer ministro, de Boris Johnson y de la ministra del Interior. En el primer caso, es justo aclararlo, se trata del baño de señoras.

Las excusas han vuelto a ser muchas: que si son unos baños, que por ahí pasan también periodistas, secretarios, ayudantes…Pero el escándalo es mayúsculo. Si la clase política está ya en entredicho, esto viene a ponerle la guinda a una imagen pública y de credibilidad muy tocada. Estamos hablando de que quienes tienen que legislar, decidir cómo va a regularse la vida de la gente, se ponen hasta arriba de estupefacientes antes de decidir si vota a favor o en contra.

Los debates en el parlamento británico son acalorados, muy teatrales, con sus señorías a veces pataleando los escaños, murmurando, aplaudiendo y el presidente de la cámara gritando con el mazo en la mano “ordeeeeeeeer” (Bercow se hizo famoso con sus llamadas al orden). La noticia ha pillado a Boris Johnson a punto de aprobar una serie de medidas para perseguir el consumo de cocaína. Prevé multas de hasta 7 años de cárcel, retirada del permiso de conducir y del pasaporte.

La opinión pública se les ha echado encima, Y no es para menos. Llevan ya unas cuantas. Recuperar la confianza va a ser complicado. A ver cómo le explicas a un ciudadano de a pie que él no puede incumplir una serie de normas cuando en la cámara de los comunes, sus señorías o quienes les rodean, se ponen hasta arriba de coca. Mal asunto.

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