![Una imagen de la última gala de 'MasterChef Celebrity'](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2021/11/08/masterchef.png)
![@borjateran](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_auto/uploads/imagenes/2021/11/05/cintillo-b.jpeg)
Se equivocan los agoreros que creen que la televisión tradicional está al borde de la muerte por las plataformas bajo demanda. Las cadenas clásicas siguen todavía vigentes. Es más, se convierten en el gran escaparate donde exponer ofertas estelares. Bien ubicadas en las parrillas de programación estas grandes apuestas son más fáciles de encontrar por un espectador aturullado entre tanto contenido a solo un clic. El espectador no sólo quiere buscar, también necesita descubrir.
Y para descubrir la tele de siempre sigue siendo la gran ventana al mundo, con el superpoder del directo que puede crear acontecimientos entorno al consumo en colectividad de un espectáculo, una premiere documental, un estreno de ficción o un concurso participativo. De hecho, la adrenalina del directo es uno de los grandes motores de la tele e incluso podría ser una oportunidad creativa para la reinvención de competitivos éxitos con cierta veteranía. Es el caso de 'MasterChef', el gran triunfo de audiencias de la actual TVE.
En emisión desde 2013, el público ha vivido versión de anónimos, niños y celebrities de este talent culinario de la factoría Shine Iberia. En esta década, el programa ha sabido reinventarse y es el formato que logra mejor casting de celebridades de los concursos vip de la televisión. Lo que eleva el interés, ya que la audiencia ve cómo son iconos de la popularidad fuera de su área de confort.
Sin embargo, las otras ediciones, la original de anónimos y la secuela con niños, ya sufren un desgaste lógico. Los propios participantes son expertos en 'MasterChef', intentan reproducir moldes de éxito, mientras que la audiencia también está resabiada. El programa tiene que luchar contra esa pérdida de espontaneidad. En este cometido, una propuesta podría experimentar con una edición de 'MasterChef' en directo. Una locura, pero no imposible.
Con la adrenalina de cocinar en tiempo real, el programa no podría escudarse en las trampas del montaje en posproducción que (casi) todo lo arregla y debería modificar su dinámica que es pura orfebrería para contar bien la historia que se pretende tejiendo imágenes, reacciones, sonidos e incluso susurros. Cada capítulo, comprime, ordena y pule una tediosa semana de grabación en cuatro horas de un prime time trepidante.
Hacer MasterChef en directo sería vivir una épica evolución del programa, en la que además el público desde casa podría participar en directo y cambiar el rumbo de la emisión. Las pruebas serían otras, claro. Pero la esencia de demostrar y divulgar el talento de cocinar con gusto y destreza no cambiaría tanto. Como consecuencia, el programa atraería la curiosidad de nuevos públicos que conectan con la televisión generalista cuando les ofrece la fuerza de la imprevisibilidad del directo. Entonces, ni se plantean verlo bajo demanda o llegarán tarde. Es el gran as en la manga que sigue atesorando la tele de siempre: vivir un evento especial cuando sucede. Sentir que estás ahí, aunque sólo estás en tu sofá.
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