Nacho Murgui Concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid
OPINIÓN

El barrio sale a la calle

Un padre junto a su hija pasean por el Parque del Retiro en Madrid (España).
Un padre junto a su hija pasean por el Parque del Retiro en Madrid (España).
Óscar Cañas - Europa Press - Archivo
Un padre junto a su hija pasean por el Parque del Retiro en Madrid (España).

La irrupción de la Covid-19 nos ha cambiado la vida. Las consecuencias catastróficas del deterioro ambiental han dejado de ser una profecía apocalíptica para convertirse en parte de lo cotidiano. Podemos tener la impresión de que ha sido una aparición repentina, pero lo cierto es que las señales y las advertencias vienen produciéndose desde hace décadas.

Cambiar la mirada y el rumbo se ha convertido también en una tarea inmediata, no solo como exigencia para que las próximas generaciones tengan un futuro, sino como respuesta ante la nueva realidad impuesta por la pandemia.

Las políticas públicas han puesto hasta ahora el acento en las medidas de control de la movilidad y el contacto social, sin duda necesarias para contener la expansión de la enfermedad. Desgraciadamente, en Madrid este tipo de medidas no se están adoptando con la necesaria diligencia y rigor, lo que se suma a una situación de debilidad estructural del sistema público de salud, producto de décadas de abandono.

Es lamentable que ni en una situación de emergencia como esta las autoridades sanitarias hayan sido capaces de dotar a la sanidad de los medios necesarios. Al contrario, profundizan en el despliegue de un modelo irracional basado en el espectáculo y en la construcción de grandes infraestructuras provechosas para determinados grupos económicos, pero inadecuadas para la defensa de la salud y vida. La opción sigue siendo poner ladrillos donde hacen falta médicos, rastreadores y personal. El precio lo pagamos todos y ahora, de manera particularmente desgarradora, en vidas.

Hace unos días, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó por unanimidad nuestra propuesta Madrid en la calle, orientada a redefinir el uso del espacio público como lugar de convivencia y actividad. Con esta propuesta pretendemos que nuestras calles sean el escenario donde se conjugue el paseo y la actividad cultural con la práctica del deporte, la actividad económica y comercial de proximidad… Todo ello con la relativa protección que nos brinda el aire libre y la posibilidad de mantener la distancia adecuada para frenar la transmisión del virus.

Esto exige replantear cuáles son las prioridades a la hora de distribuir ese espacio. El cambio de costumbres que hemos llevado a cabo en meses por una cuestión de supervivencia nos ha llevado a recuperar el valor de lo próximo, a ser más conscientes de nuestra fragilidad, de la importancia de cuidarnos unos a otros y de cuidar juntos lo que nos es común. Las tácticas que hemos tenido que adoptar resultan ser también funcionales en el largo plazo y, en cierto sentido, tienen una incidencia en la reconstrucción de nuestra calidad de vida desde unos parámetros más racionales y equilibrados desde el punto de vista ecológico.

El discurso que contrapone economía y salud se muestra en toda su crudeza como un despropósito; sin salud no hay economía posible. La disyuntiva entre la bolsa o la vida no es razonable ni racional. La evidencia científica, además, nos da algunas pautas que deben orientar las políticas concretas para reconstruir la vida en común (también la economía) fuera de ese dilema.

Atrás quedaron, o eso cabe esperar, las imágenes del Gobierno municipal celebrando la reapertura al tráfico de determinadas calles o promoviendo la reversión de medidas como Madrid Central.

La posición unánime del Pleno del Ayuntamiento a favor de Madrid en la calle –a favor de liberar espacio para usos peatonales, ampliar aceras, peatonalizaciones permanentes o parciales de nuevas calles, impulsar el ocio, la cultura, la participación ciudadana y hasta las actividades educativas al aire libre– exige, para que llegue a materializarse, que cada distrito de nuestra ciudad adopte planes de uso del espacio público, en los que se definan cuáles se van a liberar para el disfrute ciudadano.

Cada Junta Municipal de distrito debe concretar con el tejido asociativo, cultural y comercial las iniciativas que va a desarrollar en los próximos meses para que ese consenso expresado por el conjunto de fuerzas políticas, se convierta en una realidad concreta que mejore la vida en nuestra ciudad y no en una declaración de intenciones vacía de contenido.

No hay tiempo que perder. Urge que las instituciones desempeñen su función como herramientas útiles para la mejorar la vida y resolver los problemas que tenemos en común y se alejen de la actual ceremonia de la confusión en la que parecen instaladas. Seguramente el barrio sea el mejor sitio por donde empezar.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento