Laura Arranz Lago Abogada y Coach
OPINIÓN

Navidades 2021 (Covid año II), manual de uso

Transeúntes pasean bajo las luces navideñas, llevando mascarilla, alguno con gorro navideño, en Vigo, Galicia (España), a 25 de diciembre de 2020
Transeúntes pasean bajo las luces navideñas, llevando mascarilla, alguno con gorro navideño, en Vigo.
MVR
Transeúntes pasean bajo las luces navideñas, llevando mascarilla, alguno con gorro navideño, en Vigo, Galicia (España), a 25 de diciembre de 2020

Como todo desde hace casi dos años, las Navidades -que se nos prometían tan felices-, también se nos han vuelto inciertas. Y desde esta incertidumbre, a los españoles, pese a ser los primeros en el pódium internacional de vacunación, mantener las mascarillas en exteriores e interiores (indique el gobierno lo que indique) y haber agotado privadamente millones de tests de antígenos desde que pudimos (a mayor precio que otros países); se nos pide otro esfuerzo de contención.

Un nuevo esfuerzo que nos está costando hacer, porque desde que el integradísimo Black Friday nos trajo el olor a celebración; inundamos las calles para ver la iluminación; organizamos cenas de empresa como broche a un año duro y comenzamos a reunirnos con familia y amigos, confiando en que el Covid-19 en su sexta ola obre un milagro navideño.

Soy coach desde hace más de 12 años y cada día observo en mis clientes, que a las irreparables pérdidas y a las grandes renuncias que sufrimos y seguimos sufriendo, se suman los desequilibrios psicológicos que estamos acumulando al convivir durante tanto tiempo con el peligro y la inseguridad. Desequilibrios que son francamente preocupantes.

"A las irreparables pérdidas y a las grandes renuncias que sufrimos, se suman los desequilibrios psicológicos al convivir tanto tiempo con la inseguridad"

Porque más allá de negacionistas, conspiradores e incapaces de seguir normas o consejos; el resto de la población (que es mucha) también está agotando sus reservas de responsabilidad, empezando a desmoralizarse al ver que pese a haber cumplido, se están encontrando ahora otro repunte, en vez del esperado fin de la pandemia.

En coaching, hay un ejercicio que llamamos “reencuadre” para cambiar el foco de atención, que creo que –tanto para los que asumen lo que está sucediendo como para los que no- es esencial hacer, y no estamos haciendo:

Nos encontramos ante una nueva variable de las que computan en esta sociedad líquida y dudosa que habitamos; y tal como nos hemos adaptado a las rupturas (porque pocas parejas permanecen décadas unidas), a las aplicaciones de contactos (porque puede haber alguien interesante), a las redes sociales (en las que cada vez hay más profesionales y empresas), a la compra online (porque es posible comprar desde casa), a las nuevas intolerancias alimenticias (practicando la salud preventiva), a los despidos (diversificando las fuerzas porque no hay trabajos vitalicios) o a la subida de los precios de los suministros (recalculando nuestra economía); tenemos que ser capaces de ser más fuertes que la pandemia o las pandemias (¿quién sabe? todo es posible) y acotarla, sabiendo protegernos como individuos y colectivo.

Por lo tanto: tenemos una nueva variable llamada pandemia que debemos manejar para adaptarnos y crecer. Ahora bien, ¿cómo podemos hacerlo?, ¿qué pautas hay que integrar para lograrlo? Están las ya demostradas: vacunación, distancia social, mascarillas, higiene de manos…pero, ¿qué más podemos asumir máxime en unas fechas como las actuales en las que sólo queremos estar juntos?

"Tenemos una nueva variable llamada pandemia que debemos manejar para adaptarnos y crecer"

Por un lado, debemos saber que el esfuerzo individual redundará siempre en beneficio de todos, que estar juntos no es sinónimo de estar al lado, y que como este virus no nos permite que hagamos una celebración todos a la vez, nos unamos con un mismo criterio para que podamos surfear todos sus olas más altas.

Y por otro lado, como foto a detalle para Navidad: recuperemos rituales y tradiciones íntimas y espirituales; charlemos por teléfono con aquel amigo o familiar que sabemos que está más solo; activemos las redes sociales con reflexiones y referentes personales que nos inspiren; llenemos las ventanas de luces para que vibremos de ilusión sin abarrotar las calles; que nuestros comercios y restaurantes realicen ofertas para quienes compren online; volvamos a las postales navideñas de papel, para todos; compartamos belenes, villancicos y arte a través de internet para disfrutar y difundir; que el 31 diciembre mantengamos el sentido en la reflexión tranquila del año que se fue, y el 1 de enero la completemos, planificando el nuevo entrante; cocinemos como siempre para los nuestros y, apoyándonos en los transportes a domicilio, degustemos juntos a través de video llamadas.

Y sigamos innovando con maneras de estar juntos más unidos que nunca, porque solo entonces, veremos la grandeza de nuestra condición humana, y lograremos el verdadero milagro de la Navidad. Un milagro que recordemos, se atribuyó a un hombre, y que en definitiva, es lo que realmente celebramos.

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