Que el socialismo colectiviza no es una novedad ni sorprende a nadie. Así es más fácil deshumanizar y controlar con un objetivo marcadamente político. Las mujeres somos, sin duda alguna, el colectivo favorito de la izquierda, su comodín y justificación para que Irene Montero despilfarre 525 millones anuales.
La gran mentira es que a la izquierda totalitaria le importan las mujeres. Para ellos, la mujer es una cuota que siempre va detrás del macho alfa. Aún recordamos todos el bochornoso cartel de Pablo Iglesias: vuELve. Son los primeros en construir techos de hormigón porque no creen en nuestra valía. Las primeras presidentas del Senado y del Congreso, las primeras alcaldesas de grandes ciudades, la primera comisaria europea, las primeras presidentas de comunidades autónomas, todas ellas fueron mujeres del Partido Popular. Pioneras y válidas.
Su comodín y justificación para que Irene Montero despilfarre 525 millones anuales
Nos intentan hacer creer que les necesitamos, que con la izquierda la mujer vive mejor y es falso. España ha bajado 10 puestos desde que gobierna el PSOE en la lista de países con más bienestar para las mujeres. La mayor desigualdad la generan la falta de empleo y la dependencia económica. La tasa de desempleo femenino hoy en España no para de crecer y desde que gobiernan socialistas y comunistas hay más mujeres sin trabajo y sin oportunidades en nuestro país.
Buscan, desesperadamente, tutelarnos y hacernos dependientes. No de un hombre, al que nos quieren siempre enfrentadas, sino de un Estado sobredimensionado para hacernos prisioneras cautivas de ese Gobierno que dice querernos proteger. No quieren mujeres libres, porque cada vez que una mujer manifiesta votar otra opción que no sea la izquierda, deja de merecer la protección de esas supuestas hermanas y aliadas. No quieren mujeres críticas, porque en cada ocasión que una mujer es libre de salirse de lo establecido por un feminismo excluyente, es señalada y atacada. Cuando no hacemos lo que dicen, cuando no obedecemos ni callamos, para ellos somos menos mujer. A ver si les queda claro ya: ni de la izquierda ni de nadie.
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