OPINIÓN

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'Green Book' se alza con el Oscar a mejor película
Imagen de la película 'Green Book'.
EP
'Green Book' se alza con el Oscar a mejor película

En los años 60 asistimos al movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos, donde todo acabó con Aretha Franklin cantando un clásico del góspel como Take my hand, Precious Lord, en el funeral de su amigo de la infancia Martin Luther King Jr. Era su canción favorita. Más de cinco décadas después las calles del país de los campos de algodón vuelven a estar sembradas de ira.

Para explicar esta situación quizá habría que dedicar un par de horas a ver la película Green Book (2018). Es necesario sentir la relación que Tony Vallelonga, un italoamericano de Nueva York, tiene con su nuevo jefe, el pianista afroamericano Don Shirley. Un hombre culto, pero con falta de calle. Todo lo contrario que Vallelonga, el chófer que contrata para acompañarle en la gira que va a realizar por complicadas ciudades del sur del país. No sin llevar consigo un libro de tapa verde donde están los alojamientos permitidos para personas de raza negra.

"Darle un mechero a un pirómano en año electoral no es buena idea"

Estados Unidos es el país más grande del mundo. Repetir eso una y otra vez a su presidente le encanta. Pero para Trump, la cosa está donde él mejor se desenvuelve, en el barro. La fina línea entre lo presidencial y lo dictatorial que separa sus declaraciones cada noche hace ver que sacar a los militares a las calles solo puede desencadenar en un sinsentido. Sumémosle que estamos en mitad de una pandemia que está dejando centenas de miles de fallecidos y millones de personas en paro. Ante ello, nada mejor que enfrentarse al máximo organismo mundial en materia de salud y retirarle la financiación. Darle un mechero a un pirómano en año electoral no es buena idea. Un país donde incluso hemos llegado a ver en las protestas a los amish, ese grupo religioso que sigue las doctrinas del suizo Jakob Ammann del siglo XVII y que vive en otra época diferente al mundo actual.

Mientras tanto en España seguimos tarareando aquello de contaminarnos los unos a los otros y vivir mezclados. Acordes que nos dejó escritos Pedro Guerra a principios de los 90, y que escuchamos a una reciente cumpleañera como Ana Belén.

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