Mario Garcés Jurista y escritor
OPINIÓN

El efecto placebo

Una pareja de jóvenes disfruta de un día soleado
Una pareja de jóvenes disfruta de un día soleado
EDUARDO PARRA - EUROPA PRESS - Archivo
Una pareja de jóvenes disfruta de un día soleado

Y, de pronto, la inseguridad. Cuando pensábamos que todo era previsible por probable, llegó la plaga china. La pandemia de género reversible ha convertido nuestro presente simple en un futuro imperfecto de subjuntivo. La certidumbre ha sucumbido ante la inestabilidad y nada se puede anticipar con una mínima prudencia y rigor. En estas circunstancias, podría un Gobierno cualquiera sucumbir a la tentación de abrazar el negacionismo pandémico y hasta de inocular en vena a la sociedad grandes dosis de placebo a granel para contrarrestar el efecto disolvente que tiene la enfermedad. Podría ser un Gobierno cualquiera ahora que cualquiera puede formar parte de un Gobierno. Es la era de los cualquieras.

En esta nueva era, un Gobierno cualquiera podría aplicar placebos para calmar el dolor del paciente social, porque un placebo no es sino un tratamiento falso para engañar al enfermo en un momento de necesidad. Pastillas de azúcar, infusiones o cirugías menores han sido utilizadas en diferentes experimentos médicos para hacer creer al paciente que recibía sustancias activas curativas. Y cierto es que en muchas de esas pruebas clínicas, los síntomas del paciente pueden mejorar tras la administración de esa sustancia inocua.

"La pandemia ha convertido nuestro presente simple en un futuro imperfecto de subjuntivo"

La respuesta placebo no es más que un rápido reajuste de los propios mecanismos de curación del cuerpo ante un asomo de esperanza. El exceso de placebo puede llevar a la embriaguez. De hecho, en una investigación efectuada en la Universidad Victoria de Wellington (Nueva Zelanda) se engañó a 148 estudiantes haciéndoles creer que estaban tomando vodka, que en realidad era simplemente agua con tónica y limón. El resultado fue sorprendente porque los estudiantes acabaron demostrando poderes de memoria más pobres y perores resultados en las pruebas más sencillas. Borrachos todos.

"Otoño va a ser una estación donde el efecto placebo se va a extinguir y nos vamos a dar de bruces con la realidad"

Pudiera ser que un Gobierno cualquiera aprobase normas inanes y transitorias que generasen expectativas aparentes y recompensas inmediatas pero que no subsanasen el problema económico, sanitario y social subyacente. Y hasta es posible, como ocurre con la percepción del placebo en medicina, que se produzca una mejoría espontánea y fluctuante, que no es más que un espejismo porque la enfermedad requiere de un tratamiento real. Como posible es que un Gobierno cualquiera haya utilizado su ritual terapéutico para estimular el cerebro humano, haciendo creer que el mal está a punto de desaparecer.

Otoño va a ser una estación donde el efecto placebo se va a extinguir y nos vamos a dar de bruces con la inclemente realidad. Cuarenta y siete millones de cualquieras buscan medicina activa. Y el dolor comienza a sentirse ya.

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