Pensaba hablar de esa presidenta que quiere combatir el virus a golpe de ladrillo y hormigón, en vez de reforzar con medios y personal la estructura sanitaria ya existente. Pero no. Le quitaría protagonismo a quienes hacen las cosas como es debido. Pongamos que no hablo de Madrid y que hablamos de cultura.

La cultura es el conjunto de conocimientos, actitudes y sentimientos que nos diferencian de otras especies animales y nos permite vivir en un mundo que no siempre nos lo pone fácil. Es un bien esencial, como la salud. Eso lo saben Ignacio García, director del Festival de Teatro Clásico de Almagro; Antonio Moral, director del Festival de Música y Danza de Granada; Valentina Granados, directora del Festival Internacional de Música de Santander; Diego Crespo, impulsor del Concurso de Órgano de Burgos; Diego Galaz, creador del Festival de Instrumentos Insólitos en esa misma ciudad y Nicolás Melini, promotor del Festival Hispanoamericano de Escritores en La Palma.

En esos encuentros, realizados con éxito tras sortear innumerables obstáculos, he podido comprobar el carácter sanador de la cultura. Y en otros que he seguido de cerca, como la Semana de Música Antigua de Estella –con Raquel Andueza–, o el festival Música en Segura, que monta Daniel Broncano entre el 5 y el 8 de noviembre. En todos, el esfuerzo de creadores, artistas y gestores da resultado gracias al apoyo de quienes desde la administración pública entienden la cultura como un valor seguro, en todos los sentidos. Como Charo González, concejal de Los Llanos de Aridane o Nuria Barrio, vicealcaldesa de Burgos. Y muchas y muchos más, de todos los colores, que saben que hay vida más allá del hormigón y del ladrillo.