Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

El golpe trumpista

Partidarios de Donald Trump se manifiestan en el Capitolio del Estado de California en Sacramento.
Partidarios de Donald Trump se manifiestan en California.
EFE
Partidarios de Donald Trump se manifiestan en el Capitolio del Estado de California en Sacramento.

Solo ahora somos conscientes de hasta qué punto el ascenso de Donald Trump al poder en 2016 ha representado un desafío sin precedentes para la democracia estadounidense. Lo que estamos presenciando desde hace semanas no había ocurrido nunca antes, aunque ya sabíamos que el magnate populista iba a intentar por todos los medios a su alcance robarle la elección a Joe Biden en caso de derrota. Afortunadamente, el resultado en las urnas ha sido claro y el candidato demócrata ha vencido en aquellos estados claves como Michigan, Wisconsin, Georgia o Pensilvania, que en 2016 le dieron la presidencia a Trump frente a Hillary Clinton.

"El presidente y el Partido Republicano estaban decididos a dar un golpe de Estado"

El desesperado intento republicano de evitar que el Colegio Electoral certifique la designación de Biden el próximo 14 de diciembre está condenado al fracaso y al ridículo. Para justificarlo, los trumpistas más nerviosos están sudando tinte, como le ocurrió en rueda de prensa al patético personaje en el que se ha convertido el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani, abogado de Trump. Pero, poca broma, esa maniobra certifica que el presidente y el Partido Republicano estaban decididos a dar un golpe de Estado.

La estrategia consistía en anular los resultados provisionales en algunos estados alegando fraude electoral para que los parlamentos de esos territorios con mayoría republicana designaran a delegados que dieran su voto a Trump, desoyendo la voluntad de las urnas. Si la victoria del demócrata no hubiera sido tan rotunda en votos populares y delegados, la torticera maniobra podría haber tenido graves consecuencias. Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en su ensayo Cómo mueren las democracias (2018), ya explicaron que Trump reunía todos los indicadores de un comportamiento autoritario. Ha intentado socavar la legitimidad de las elecciones y de sus adversarios, tanto en 2016 como ahora. Se ha mostrado tolerante con el uso de la violencia por parte sus hooligans. Y su presidencia ha sido particularmente hostil contra los medios de comunicación y las libertades civiles.

"Con 74 millones de votos en las pasadas elecciones, 10 millones más que en 2016, el trumpismo todavía no ha muerto"

Si Trump hubiera retenido la presidencia, el futuro de la democracia en América se habría vuelto muy sombrío. Bajo su segundo mandato, sobre todo si hubiera ido acompañado de una mayoría republicana en ambas cámaras y gracias al control del Tribunal Supremo, se habrían impuesto mecanismos restrictivos a la participación electoral para fabricar mayorías trumpistas que perpetuasen a los republicanos en el poder. Afortunadamente no ha sido así y su presidencia puede ser solo un paréntesis en los libros de historia. Pero con 74 millones de votos en las pasadas elecciones, 10 millones más que en 2016, el trumpismo todavía no ha muerto y el personaje amenaza con volverse a presentar en 2024.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento