OPINIÓN

Mal perder

El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante una entrevista la semana pasada.
El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante una entrevista.
STEPHANIE LECOCQ / EFE
El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante una entrevista la semana pasada.

Puigdemont tiene mal perder. Junqueras le ganó el plebiscito que Junts planteó. Y no lo hizo por la mínima, sino que consiguió 35.042 votos más. En las elecciones de 2017, Puigdemont ganó por 12.352.

Ahora, Puigdemont se niega a investir al candidato Pere Aragonès (ERC) presidente de la Generalitat porque Junts quiere mediatizar la presidencia y la máxima institución de Cataluña con el Consell per la República, una entidad privada fuera de todo control democrático, presidida por él mismo. Es decir, todo un despropósito.

Lo que hoy estamos viendo no tiene nada que ver con conseguir la independencia. Lo que hay encima de la mesa es una despiadada lucha por el poder entre la enésima mutación convergente y ERC.

La derecha perdió el 14-F y como ocurre siempre con sus mil manifestaciones, en Cataluña y en España, tiene un mal perder.

ERC votó a Pujol, a Mas, a Puigdemont i a Torra. Ahora, 80 años después, los republicanos tiene la posibilidad de volver a tener un presidente de la Generalitat. Los convergentes, que de los últimos 40 años, llevan 33 en el poder, se resisten a votarlo si no consiguen humillarlo, porque, ¿cómo se puede entender que todo un presidente tenga por encima una entidad privada formada por partidos políticos y Òmnium y la ANC?

Waterloo sabe que el tiempo corre a favor de los que están en la cárcel, pero en contra de los que están en el exilio. En vez de alejarse de la lucha partidista, la estimula y la dirige lo que le aparta de lo que podría ser: un referente de todos y para todos.

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