OPINIÓN

¿A qué tramo de edad habría que pinchar el suero de AstraZeneca?

Una sanitaria vacuna a una mujer en Catalunya, el día en el que se retoma la vacunación con AstraZeneca.
Una sanitaria vacuna a una mujer en Catalunya, el día en el que se retoma la vacunación con AstraZeneca.
CONSELLERIA DE SALUD
Una sanitaria vacuna a una mujer en Catalunya, el día en el que se retoma la vacunación con AstraZeneca.

Una vez que se tiene constancia de una relación causa-efecto entre la administración de un medicamento y la muerte, no hay más remedio que pensar en uno mismo, en los que uno quiere y en todos. Algunos le llamarán efecto secundario, pero preferimos llamarle primario, por la simple razón de que no hay nada más primario que la vida. Y como primario que es, vamos a ponerle la lupa.

Si uno tiene varios medicamentos para tratar un cáncer y puede elegir, elegirá aquel que menos efectos secundarios tenga; y si hay alguna probabilidad de efecto primario, el médico le advertirá hasta que esté bien seguro que el paciente ha entendido esa posibilidad de desenlace fatal. Esa es la cultura médica en relación con el cáncer.

Sin embargo, en este asunto de las vacunas se está extendiendo una culturilla, así la voy a llamar, por la que el sector político, el sanitario, el de los medios de comunicación e, incluso, el de las conversaciones de bar, pretende, mediante información genérica y presión ambiental, convencernos de que es mejor asumir ese riesgo fatal porque son más los beneficios que los perjuicios. Ese es. también, el argumento de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). No lo es de la FDA, la agencia de medicamentos de EEUU, que, no sabemos por qué, ha permitido que se administren tres vacunas, Pfizer, Moderna y Janssen, pero no la que tiene detrás el prestigio sajón, tan amigos que son. Y ayer mismo, la FDA recomendó suspender temporalmente la vacuna de Janssen por seis casos de trombosis después de administrar casi siete millones de dosis.

El argumento

Está extendido el argumento por el que, hoy mismo lo utiliza el medio escrito más leído en España en Tribuna, los beneficios son mucho mayores que los perjuicios tanto con la vacuna de AstraZeneca como con la de Janssen, puesto que, si la probabilidad de que una persona no vacunada muera por la COVID es de uno entre cien, el 1%, (así lo escribe este articulista), y la de sufrir un trombo es de una entre un millón, es decir, diez mil veces mayor, no tiene ningún sentido parar la vacunación.

El medio escrito que ostenta la segunda tirada en España, en un artículo de opinión, compara distintas probabilidades de sufrir trombosis derivadas de prácticas cotidianas como fumar o tomar la píldora anticonceptiva para concluir lo mismo, que no tiene sentido parar la vacunación con AstraZeneca.

Pues bien, resulta que la realidad no es exactamente así.

Veamos esta probabilidad con detalle porque lo que se viene publicando no es del todo correcto.

Los datos

El 11 de marzo, varios países de la UE, Dinamarca, Noruega e Islandia, suspendieron la vacunación con AstraZeneca a raíz de casos detectados de trombosis estadísticamente raras. Muchos otros les siguieron después; España el 15 de marzo. En España se reanudó la vacunación el 24 de marzo.

El 21 de marzo, el Hospital Universitario de Oslo fue el primero en desmarcarse de la postura oficial hasta ese momento y propuso una relación causa-efecto entre el suero y las trombosis en tres casos de sanitarios que estudiaron a fondo en el hospital.

No fue hasta el 7 de abril cuando la EMA admitió la relación causal. Según la EMA la probabilidad de trombosis directamente relacionadas con el pinchazo del suero anglo-sueco es inferior a una por cada cien mil. Se da más entre mujeres menores de 60 años durante los 15 días posteriores a la inyección. El Comité de Seguridad de la EMA informó de 86 casos declarados de trombosis hasta el 22 de marzo, de los que 18 fueron mortales.

El Reino Unido no limita la vacuna de AstraZeneca a ningún sector de la población, pero ofrece a los menores de 30 años que puedan optar por otro suero. Pfizer o Moderna.

En Alemania se han detectado hasta final de marzo 31 casos, 29 de ellos en mujeres de edad comprendida entre 20 y 63 años; 9 fallecieron. Alemania solo permite vacunar a mayores de 60 años y si se ofrece a menores de esa edad, un médico debe explicar el riesgo, prolijamente, al vacunado. En la práctica, no se está vacunando con AstraZeneca en Alemania.

En Francia, el lunes, 12 de abril, se ha vuelto a vacunar con AstraZeneca a mayores de 55 años. En la semana del 19 al 25 de marzo se detectaron 12 casos, con 4 fallecimientos. 9 eran mujeres menores de 55 años y tres mayores.

En Bélgica se vacuna con el suero anglosueco a mayores de 55 años y en Países Bajos e Italia a mayores de 60 años.

Para España, esta es una de las tablas que publica Sanidad en su último informe epidemiológico del 7 de abril:

Plan de vacunas.
Plan de vacunas.
LUIS BENEDICTO

A partir de estos datos, hemos construido una tabla a la que hemos añadido la población en cada tramo de edad con datos del INE. Después hemos calculado la tasa de contagio de la población española, la tasa de fallecimiento de la población española y la tasa de fallecimiento entre los contagiados.

La tasa de contagio de la población española es el resultado de dividir, para cada tramo de edad, el número de contagiados de COVID, según datos oficiales de Sanidad, por la población española en ese tramo de edad. De modo que, por ejemplo, la tasa de contagio de la COVID que ha tenido un español de entre 15 y 29 años, que son los que más se han contagiado, en los once meses que van del 10 de mayo al 7 de abril, ha sido del 8,3%; es decir, algo más de ocho de cada cien españoles mayores de 15 años y menores de 29 años se han contagiado durante esos once meses.

La tasa de fallecimiento de la población española es el resultado de dividir, para cada tramo de edad, el número de defunciones por la COVID por la población en ese tramo de edad. De modo que, por ejemplo, la tasa de fallecimiento que tiene un mayor de 80 años es del 1,06%; es decir, algo más de uno de cada cien españoles mayores de 80 años han fallecido por la COVID en esos once meses. Esta es la tasa que nos interesa para comparar con la tasa de aparición de trombosis a raíz de la administración de la vacuna de AstraZeneca.

La tasa de fallecimiento de los que, de hecho, han fallecido, entre los que, de hecho, se han contagiado, es el resultado de dividir, para cada tramo de edad, el número de defunciones por los contagiados en ese tramo. De modo que, por ejemplo, de cada 100 contagiados de más de 80 años, casi 16 han fallecido a lo largo de esos 11 meses.

Así que un español mayor de 80 años, que tiene, a priori, una probabilidad de morir por la COVID del 1%, si se contagia, la tiene del 16%, es decir, dieciséis veces más. No es poco en el primer caso y es muchísimo en el segundo.

Plan de vacunas.
Plan de vacunas.
LUIS BENEDICTO

Por otra parte, según la EMA la probabilidad de aparición de trombosis a raíz de la vacunación con el suero de AstraZeneca, es del orden de uno entre cien setenta y cinco mil y, por otra parte, la probabilidad de morir por la COVID, con datos que aporta el Ministerio de Sanidad para España, desde el 10 de mayo, es muy variable según el tramo de población.

Nos permitimos cuestionar los datos de trombosis, porque en nuestro propio entorno de segundo nivel es decir, conocidos de conocidos, tenemos dos casos, una mujer de algo más de sesenta años, con paralización de medio cuerpo debido a una isquemia a raíz de la vacuna y otro de fallecimiento a la semana de la aplicación del pinchazo, también mujer de algo menos de cincuenta, ambas con AstraZeneca, que no han aparecido en los medios de comunicación y hacen sospechar que no se están contabilizando, ni mucho menos, todos los casos. No obstante, igual que aceptamos los datos oficiales con los que hemos calculado las tasas de contagio y fallecimiento, porque no tenemos otros, aceptamos los datos de la EMA (la EMA en su informe habla de los casos notificados, claro; no de los que hay) para los trombos.

El presente

Pero, todo esto es el pasado; es lo que ha ocurrido durante once meses, desde el 10 de mayo. No incluye la primera ola, la más intensa y que más fallecidos provocó, porque Sanidad no nos da ya esos datos.

Ahora, en medio de un proceso de vacunación y con una inmunidad que en algunos territorios estimamos mayor del 30%, sumando la que proporciona la vacuna con la inducida por haber pasado la enfermedad, la situación es muy distinta y, lo más probable es que en un par de meses tengamos un escenario mucho mejor. Primero habrá que pasar esta cuarta ola, que, ya lo escribimos, va a ser muy intensa en Madrid, País Vasco, Cataluña, Aragón, La Rioja y Navarra y menos en el resto de Comunidades.

Por esta razón no podemos extrapolar los datos del pasado, las tasas que hemos presentado más arriba, al escenario COVID actual. Es seguro que la probabilidad de contagio ha bajado, puesto que la inmunidad ha subido; y, en consecuencia, la probabilidad de fallecer también ha bajado.

La inmunidad debida a la vacuna a fecha 14 de abril es del 5,94% (recordamos que la inmunidad se alcanza una semana después de recibir la segunda dosis y que, a nivel estadístico, para el cálculo hay que considerar la eficacia de la vacuna); hay un 6,77% de población que ha recibido dos dosis y un 17,55% que ha recibido al menos una dosis.

La inmunidad producida por la enfermedad, en el último informe de seroprevalencia con datos hasta el 27 de noviembre 2020, se estimó en el 9,90% de la población española, con algunas regiones, como Madrid, en el 18,60%.

La suma de las dos inmunidades la debemos hacer ponderando por un lado que esos porcentajes cambian continuamente porque unos pierden la inmunidad con el paso del tiempo y otros que han contraído la enfermedad la adquieren y, por otro, sabiendo que algunos de los inmunizados por enfermedad han sido vacunados y no debemos contarlos dos veces; por otra parte, hay que tener en cuenta que la ola de la Navidad ha producido muchos contagios que ya están incorporados al grupo de los inmunizados por enfermedad.

El caso es que, por ejemplo, en Madrid, no es excesivo suponer que hay ahora, aproximadamente, un 26% con inmunidad completa (sumamos 5,94 de vacuna y 20 de contagio). Y con inmunidad parcial, pero significativa por haber recibido una dosis de vacuna, hay un 11,61% (del 17,55 que ha recibido una dosis restamos el 5,94% ya incluido).

Así que, podemos deducir que la probabilidad de contagio y morir de la COVID, respecto a la conocida de los 11 meses que van del 10 de mayo 2020 al 7 de abril 2021 es inferior, para el ejemplo de Madrid, en algo más del 37%. Para el total de España vamos a suponer un 30%.

Comparemos la probabilidad de morir por COVID con la de sufrir trombosis.

A partir de estas estimaciones vamos a suponer que la probabilidad de morir por la COVID ahora, en abril 2021, es un 30% inferior a la que se dio entre el 10 de mayo y el 7 de abril.

Recordemos que la probabilidad que debemos usar para la comparación no es, como hacen muchos, la de fallecer una vez contagiados, sino la de fallecimiento de la población general, que son los que están siendo vacunados.

Los datos de trombosis tienen mucho menos detalle; no los conocemos por tramos de edad y, dado que hasta hace poco la vacuna de AstraZeneca no se ha venido aplicando a los tramos de edad más altos (en España, hasta el 30 de marzo, hasta la quinta actualización del Plan de Vacunación, cuando se decidió aplicar el suero de AstraZeneca a mayores de 55 años, se había venido vacunando con ese suero a los grupos de población priorizados por su actividad esencial, como personal sanitario y sociosanitario que no es de primera línea y trabajadores de instituciones sanitarias y colectivos en activo con una función esencial en la sociedad como los de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o docentes, por tanto a personas menores de 65 años), no tenemos datos para saber si los trombos afectarán más a mujeres que hombres (en menores de 60 años afectan mucho más a mujeres) y si la incidencia en los tramos de edad superiores a 65 años será inferior, como se supone.

Para los distintos tramos de edad, las dos probabilidades las hemos recogido en la tabla.

Plan de vacunas.
Plan de vacunas.
LUIS BENEDICTO

Hemos recogido también, en relación con la tasa de fallecimiento, la comparación entre unos y otros tramos de edad, mediante un factor de conversión tomando como referencia 1 el correspondiente al tramo de edad con mayor probabilidad, el de mayores de 80 años. Por ejemplo, es 4 veces menos probable contagiarse y morir de coronavirus a los setenta que a los ochenta; y 13 veces menos a los sesenta, 45 veces menos a los cincuenta y más de mil doscientas veces menos entre quince y veintinueve años.

La probabilidad que aporta la EMA, de uno entre ciento setenta y cinco mil (0,00057%), con los datos

La actitud de los ciudadanos y la responsabilidad de los ejecutivos central y autonómicos.

Cuando se trata de salud pública, de una pandemia en este caso, todos los medios del Estado, no solo los sanitarios, se deben poner en juego para garantizar la vida de los ciudadanos.

Los ejecutivos, central y autonómicos, han tenido que enfrentar una situación de pandemia que no tenía antecedentes recientes y están obligados a conjugar la protección de la salud pública con todos los demás aspectos de la vida social y económica, intentando ponderar en cada decisión el respecto a los derechos, sobre todo los fundamentales, con el mantenimiento de las actividades esenciales y la actividad económica, sustento de cualquier sociedad.

Cuando la pandemia termine podremos sopesar con muchos datos y más calma la forma en que los distintos grupos sociales la han enfrentado. Será el momento de valorar con parámetros cuantitativos el resultado de la gestión por parte de cada uno de los ejecutivos de los 194 países que la ONU reconoce en el escenario mundial. Por razones obvias, ahora estamos muy centrados en datos de salud, pero será necesario valorar muchos más aspectos que permitirán clasificar a los países según resultados. El número de muertes será uno de los parámetros fundamentales en la comparación.

Hemos de reconocer verdadera curiosidad por saber cuáles son las sociedades mejor gestionadas. Durante décadas han sido los parámetros económicos los valores fundamentales con los que hemos medido las capacidades de los distintos grupos sociales, pero ahora, ante un hecho excepcional de dimensión mundial, tenemos la oportunidad de medir la eficacia de cada grupo en la protección de lo más fundamental, la vida.

Será sobre todo la gestión política la que podremos valorar, pero no solo, porque dentro de las medidas decretadas por los administradores, hay margen para la actuación individual en relación con la prevención de los contagios. Y, por otra parte, los gestores públicos son un reflejo de la mayoría de los individuos del grupo social que los elige, por lo que podremos medir la calidad de los pueblos que eligen a esos gestores más o menos competentes.

Conclusiones

En España, la situación COVID en abril 2021 es mejor, por encima del 30%, que la que hemos sufrido en los últimos once meses. La cuarta ola va a ser intensa en Madrid, Cataluña, La Rioja, País Vasco, Navarra y Aragón, pero no tanto como lo ha sido en olas anteriores, precisamente porque hay una inmunidad, no completa, pero superior al 30% que disminuirá los contagios en esa medida.

Disponemos de muchos datos, para todos los tramos de edad, de fallecimientos por la COVID. Sin embargo, disponemos de muy pocos datos del número de trombosis causadas por la vacuna de AstraZeneca. Aplicamos, para todos los tramos de edad, el dato que da la EMA: una trombosis por 175.000 vacunados; somos conscientes que es un dato muy pobre, pero no tenemos otro.

Con estos datos comparamos la probabilidad de morir por la COVID con la de sufrir trombosis por inyección de la vacuna de AstraZeneca y obtenemos que, para los tres tramos de edad que van hasta los 14 años, la probabilidad de trombosis en mayor que la de morir por COVID; es igual para el tramo de 15 a 29 años y es menor, 2,46 veces, entre 30 y 39 años, 7 veces más entre 40 y 49, 29 veces más entre 50 y 59, 100 veces más entre 60 y 69, 297 veces más en los setenta y 1.301 veces más en los ochenta..

No son probabilidades que se deban subestimar, por lo que hay una pregunta que las autoridades deben tener en cuenta: ¿hay alternativa?

Y la respuesta es que sí. Disponemos de dos vacunas más, Pfizer y Moderna, y, además en este momento hay un 12,6% de vacunas recibidas que no se han administrado y solo se ha recibido el 14,5% de las vacunas respecto a las adquiridas. De modo que es lógico cuestionar a los responsables de la sanidad pública si no es preferible usar las alternativas, aun cuando vayamos a tener un retraso, que no va a ser muy grande, en la inmunización.

Tanto Dinamarca, que suspendió ayer, definitivamente, la vacunación con AstraZeneca, como EEUU, que no ha aprobado el suero de AstraZeneca y ha suspendido temporalmente la vacuna de Janssen por seis casos de trombosis entre casi siete millones de vacunados, han optado por este camino. Por cierto, los registros sanitarios en Dinamarca han contabilizado una trombosis por cada 40.000 vacunados y solo tiene un punto porcentual más de población vacunado con dos dosis, 7,92% contra un 6,92% de España.

En cualquier caso, si la decisión es continuar vacunando con AstraZeneca, la otra pregunta que deben responder las autoridades sanitarias, dado que las probabilidades relativas de fallecer por COVID en relación con sufrir trombosis son casi tres veces mayor, 2,97, en el tramo de edad de 70 a 79 años respecto al tramo de 60 a 69 años y que los mayores de 80 años ya están vacunados, es: ¿por qué no se administra la vacuna de AstraZeneca al tramo de edad de 70 a 79 años?

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