Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

'Border lines'

No Borders, obra del artista Eugenio Merino.
'No Borders', obra del artista Eugenio Merino en la Platform Gallery Helsinki.
Rebeca Marín
No Borders, obra del artista Eugenio Merino.

Hace una semana pasé la noche en un aeropuerto vacío, durmiendo sola en el suelo porque la policía de fronteras me quitó el pasaporte y hasta 12 horas después no pude entrar en su país, en este caso Helsinki, Finlandia. A pesar de ser periodista, la razón, según ellos, que no era trabajadora esencial y, según sus normas, no podía acceder en pandemia. Pero ellos y yo sabíamos que no era la única razón.

Tras la negativa subyacía un rechazo a España, al sur de Europa, donde, desde su percepción, reina el caos y la laxitud pandémica y, ya saben, ser del ‘tercer mundo’ nunca suma. 

Y si no que se lo pregunten a los miles de inmigrantes que se juegan la vida en Ceuta para saltar una valla o atravesar un océano, una extensión de agua que compartimos desde su costa hasta la nuestra, que va y viene sin pertenecer a nadie y a todos, que se mueve como las etiquetas, que fluyen, se crean y transforman, pero, como la energía, nunca se destruyen. Y hoy te crees Napoleón conquistando Europa y mañana eres un PIGS o quizá siempre lo fuiste.

Una pandemia, que más que razón, es excusa para marcar límites. Alemania no deja entrar a los ingleses por la cepa india. Los mismos ingleses que en la Primera Guerra Mundial decidieron el reparto de líneas entre musulmanes e israelíes. Como la que separa Gaza y Cisjordania y que revienta como la costura de un pantalón de cuando en cuando. Pones un parche tras otro, pero el remiendo nunca soporta la presión, porque los remiendos siempre son temporales, relativos, como las fronteras. 

No borders (no fronteras) reza la obra del artista Eugenio Merino formada con monedas de euro con una pátina negra. Negro como el dinero, el único capaz de saltarse todas las fronteras.

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