OPINIÓN

Lo de Alonso no es magia, son manos

Fernando Alonso, durante el GP de Azerbaiyán
Fernando Alonso, durante el GP de Azerbaiyán
XPB / James Moy Photography Ltd
Fernando Alonso, durante el GP de Azerbaiyán
Tapándonos la nariz sobre la política que rodea a Azerbaiyán, podemos calificarlo de bendición para el calendario de la Fórmula 1. Desde su llegada, primero como GP de Europa (JA!) y después ya bajo su propio nombre, Bakú ha dejado carreras memorables. La última, la de este 2021, ya está en los anales.

Tapándonos la nariz sobre la política que rodea a Azerbaiyán, podemos calificarlo de bendición para el calendario de la Fórmula 1. Desde su llegada, primero como GP de Europa (JA!) y después ya bajo su propio nombre, Bakú ha dejado carreras memorables. La última, la de este 2021, ya está en los anales.

Primero por los dos graves accidentes de Lance Stroll y, sobre todo, de Max Verstappen. A más de 300 km/h, reventones. Pirelli tiene mucho que trabajar y explicar... y los equipos deben aprender a gestionar mejor los desgastes, porque no es la primera vez que ocurre. No hubo que lamentar daños serios, más allá de que el propio piloto neerlandés no sumó puntos.

Gracias a que Lewis Hamilton se pasó de frenada, literal y metafóricamente, en esa carrera al sprint de dos vueltas, tenemos a flote el barco. El transatlántico de los que creemos que este año no ganará Mercedes ha esquivado un iceberg del tamaño de Macedonia del Norte (Antigua República Yugoslava de Macedonia, siempre en nuestros corazones).

Fernando Alonso no iba a ser el protagonista de esta columna, pero se empeña en serlo. ¿Habéis visto ESA resalida? Carlos Sainz aún tiene mucho que aprender del señor Miyagi. A un Ferrari, a un McLaren (Daniel Ricciardo, buen pecheo que se está marcando en su estreno en Woking) y, por último, a Yuki Tsunoda, que como buen piloto japonés es más dado a liarla que a hacer buenas carreras. A mi no me la cuela, pero tiene su propio barco también: las parafilias de cada uno, son las parafilias de cada uno.

Lo de Alonso no fue magia, ni mucho menos. Incluso el comunicado de prensa de Alpine después de la cita de Bakú fue por ahí, pero nada de eso: son manos. Alonso sigue siendo un pilotazo, mal que le pese a muchos. Con un camión azul como el que lleva, al que aún no tiene pillada la mano del todo, ha demostrado que en situaciones difíciles, da el do de pecho. 

Quedarán carreras difíciles para él, pero lo que está claro es que aún queda mucho para que Alonso cuelgue la capa. De momento, ya mira a Esteban Ocon por el retrovisor en la clasificación general.

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