Fernando Baeta Subdirector del área editorial de Medios de Henneo
OPINIÓN

Derecho a dudar

El presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, en la rueda de prensa de este viernes en Mérida.
El presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, en la rueda de prensa de este viernes en Mérida.
JUNTA
El presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, en la rueda de prensa de este viernes en Mérida.

El presidente extremeño Guillermo Fernández Vara es un hombre que siempre merece ser escuchado. Este martes reivindicó, con su acierto habitual y con la sabiduría del humanista que no pretende serlo, el derecho a dudar. Sin citar a Voltaire, insistió en que dudar vale mucho más que estar seguro; que el que nada duda, nada sabe, que dice el proverbio. Y lanzó un firme alegato a favor de los matices, de esos rasgos escasamente perceptibles que infunden un carácter determinado y que nos invitan a sospechar hasta de las certezas incontestables.

Vivimos en un mundo, me refiero al de aquí y ahora, al que nos tiene rodeados, en el que el matiz es una muestra de debilidad y dudar, un delito. Estamos en una partida de ajedrez en la que juegas con blancas o con negras y no hay zona desmilitarizada que valga; en un escenario de confrontación permanente en el que no caben las medias tintas, en el que estás con uno o con otro, conmigo o contra mí. Y en este territorio vivimos, políticamente hablando, a mordiscos, al borde del estacazo, sin dar respiro a quien no piensa igual.

Vamos avanzando no hasta la meta sino hasta el matadero

Vamos avanzando no hasta la meta sino hasta el matadero, pensando en los réditos que, ya seamos gobierno u oposición, sacamos de estos arañazos que surgen de verdades más absolutistas que absolutas, de pseudomandamientos escritos al fuego del sectarismo y de la estupidez.

La vuelta a la pista en este mes de septiembre nos demuestra que en el circo siguen los mismos payasos soltando las mismas ocurrencias

La vuelta a la pista en este mes de septiembre nos demuestra que en el circo siguen los mismos payasos soltando las mismas ocurrencias. No da para más nuestra clase dirigente, que sigue enfangada en defensa de lo suyo y en contra de todo lo demás. La letra con sangre entra y no es tiempo de matices o indecisiones, dicen unos y otros. Pero lo cierto es que los principios inquebrantables, la firmeza y la ausencia de toda duda está sobrevalorada y convierte al portador de tamaños estandartes en un peligroso César visionario, que diría Umbral. 

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