Estamos en el año 2022 y tenemos una guerra a las puertas de Europa. Una guerra, en realidad, se trata de una invasión ilegal, injusta e injustificable por un gobierno autoritario y antidemocrático como el de Putin. Una invasión igual de ilegal, injusta e injustificable que la que cometió Bush en Irak, en el año 2003. Una invasión apoyada por el Gobierno de Aznar y Blair y denunciada por Naciones Unidas; que provocó miles de muertes y cientos de miles de refugiados.

No tantos refugiados como provocó la guerra en Siria y muchísimos menos que los que está provocando la invasión de Putin a Ucrania. Las diferentes organizaciones internacionales datan en más de tres millones los refugiados en apenas un mes de conflicto.

El Gobierno trabaja en un plan para ayudar a las víctimas que huyen de la guerra en Ucrania

Una vez más, la Unión Europea tendrá que hacer frente a un reto común para dar una solución viable y humana a la situación de los refugiados que huyen de la guerra de Putin. Nuestro presidente ya ha anunciado que España será, una vez más, ejemplo de acogida de refugiados. Volveremos a demostrar que somos una sociedad solidaria y generosa como, por cierto, están demostrando muchos sectores y colectivos como el del taxi, que hace unos días organizó una caravana solidaria que los llevo a la frontera con Ucrania.

Pero claro, no todo es solidaridad, ni generosidad. El miércoles pasado, en la Comisión de los Derechos de la Infancia y de la Adolescencia en el Congreso de los Diputados, Vox me sorprendió. Eso sí, brevemente. Su intervención comenzaba dando el apoyo a los refugiados ucranianos que huían de la guerra, una guerra provocada por su amigo Putin por mucho que ahora quieran evitar vincularse al líder ruso. Un apoyo a los refugiados europeos que venían huyendo de la guerra que nada tenían que ver con la «invasión» que tenemos por el sur.

Diferenciar a los refugiados por su país de origen o por su color de piel. A esto estamos llegando en España por la naturalización del discurso de odio rancio que tiene Vox. Un discurso que combatimos día a día, sin descanso, sin dar un solo paso atrás. No sobran inmigrantes en España, nos sobran los racistas.