Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Beirut frente a la crisis y el terrorismo

Explosion en el puerto de Beirut.
Explosion en el puerto de Beirut.
EFE
Explosion en el puerto de Beirut.

Líbano, tanto tiempo considerado como la perla del Mediterráneo, sigue sumando desgracias. La doble explosión, registrada anoche en el puerto de Beirut, suma una nueva catástrofe a sus múltiples problemas institucionales y económicos. Más de cien muertos y millares de heridos recuerda a atentados como los cometidos contra la embajada de los Estados Unidos o el que en 2005 causó la muerte del recién elegido presidente de la República, Rafiq al Harrier.

El supuesto atentado de anoche se produce en unos momentos políticos muy difíciles: el primer ministro, Hassan Didó lleva varias semanas dimitido sin que el presidente, Michael Aun haya conseguido consenso para relevarlo. Las manifestaciones y protestas contra la crisis económica y la falta de empleo se repiten un día tras a otro en la calles de Beirut y otras ciudades. El cargo de jefe del Gobierno en las actuales circunstancias es tan delicado que todos los que han sido invitados a asumirlo lo han rechazado.

La primera duda ahora es la autoría de un tragedia cuyos efectos además de sangrientos han sido devastadores: ha vuelto a dejar destruida media ciudad. Beirut, víctima permanente de incidentes graves, con frecuentes atentados menores, todavía se hallaba en proceso de restauración después de la sangrienta guerra civil de 1975, la “guerra de todos contra todos como es conocida”

La Constitución libanesa es una de las más originales y complicadas especialmente ante situaciones de crisis. Data de 1932 y se basa en principios democráticos y religiosos. Parte de la división de la población en función de las religiones entonces mayoritarias y no cuenta con los partidos al margen de sus partidos políticos: el presidente debe ser un cristiano maronita, el primer ministro un musulmán suní y el presidente del Parlamento un musulmán chita.

Líbano era una democracia estable que empezó a alterarse ante la llegada de miles de refugiados palestinos de la guerra de Jordania

El sistema funcionó satisfactoriamente durante décadas. Líbano era una democracia estable que empezó a alterarse ante la llegada de miles de refugiados palestinos de la guerra de Jordania, los primeros ataques de Israel en la frontera, que concluyeron con una franja de separación protegida por fuerzas de Naciones Unidas, y la creación de Hezbolláh el “Partido de Dios”, islamista..

Durante algún tiempo fue invadido, por Siria, antes de la actual guerra que lo mantuvo bajo su control como si se tratase de un protectorado. Desde que recuperó la independencia, los problemas no han cesado. La presencia en su territorio del ejército de Hezbollah, considerado como una organización terrorista y muy poderoso, el tradicional sistema institucional entró en crisis aunque mantiene sus principios.

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