OPINIÓN

El precio de la carne, el precio de la luz

Hay mucha variedad, pero no siempre hay tanta calidad y cuando existe suele ser a precios elevados. Probablemente en tu carnicería de barrio obtengas una mejor relación entre la calidad y el precio.
Imagen de archivo de carne.
Pixabay/RitaE
Hay mucha variedad, pero no siempre hay tanta calidad y cuando existe suele ser a precios elevados. Probablemente en tu carnicería de barrio obtengas una mejor relación entre la calidad y el precio.

Aunque apenas se le oiga, uno de los ministros del Gobierno de España más competente en su ámbito es Luis Planas, el titular de Agricultura, Pesca y Alimentación. Planas ha tenido esa responsabilidad también en la administración autonómica y ha vivido por dentro la Unión Europea, en distintas funciones. Por eso, conviene hacerle caso a su recomendación de hablar de lo que se sabe y no hablar por hablar, en una intervención dirigida a su colega Garzón, a quien, directamente, su posición de ministro le viene grande. Si España tuviera un problema con la ganadería intensiva, lo que debería hacer Alberto Garzón es trabajar desde el Gobierno para eliminarlo, no ir de activista para congraciarse con públicos deseosos de menoscabar los productos españoles, cuando nos gobiernan las mismas normas y controles de la Unión Europea.

A todos nos gustan los productos y cultivos ecológicos, una cesta que no está al alcance de todo el mundo y que convive con la normal, que incluye alimentos de la ganadería intensiva de España, procedente en general de explotaciones familiares. Se trata de un sector importante en la economía de Castilla y León y un debate, por lo tanto, que influirá en las elecciones autonómicas del 13 de febrero. Unas elecciones en las que el PP se juega su ser hacia adentro -Casado frente a Ayuso- y hacia afuera -ser, o no, otro episodio tras Madrid que plasme el cambio de ciclo-.

En este contexto, Garzón ha puesto fácil la munición para un debate que, con la España Vaciada también en las papeletas, complica la posición del PSOE. Puesto a preocuparse por los consumidores, Garzón podría aplicarse al recibo de la luz, que esta devastando las cuentas de todos. La carne tendrá un precio político, en el que Podemos tiene poco que perder: sólo posee un diputado autonómico de 81, pero que al PSOE, que tiene 35, puede hacerle especial daño. Mientras, la luz -y su gran derivada, la inflación-, es una epidemia silenciosa de gran daño diferido. Ahí sí que tiene tema.

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