Creímos que sus bravatas eran solo eso, un farol, hasta que la lluvia de misiles comenzó a arrasar Ucrania. Ahora, Putin advierte de que llegará hasta el final mientras sus lacayos amenazan con apocalipsis de apellido nuclear. Y así estamos ahora, con la solución cada vez más lejana y nuestras esperanzas de paz puestas en que la cordura derribe la demencia. Complicado.
OPINIÓN04.03.2022 - 06:40h
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