Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Acción-reacción

Se cumple un año desde que Estados Unidos fue escenario de uno de los episodios más llamativos que ha dejado tras de sí 2021, el asalto al Capitolio, y desde entonces la brecha continúa entre demócratas y unos republicanos. Mientras los demócratas se afanan por recopilar pruebas que evidencien al menos las nulas intenciones del expresidente Trump por poner freno a unas protestas violentas que él mismo jaleó momentos antes durante un discurso incendiario a las puertas de la Casa Blanca, los republicanos, salvo unos pocos, optan por centrar el debate en las infundadas acusaciones de fraude electoral para justificar así lo ocurrido.
Asalto al Capitolio
Archivo
Se cumple un año desde que Estados Unidos fue escenario de uno de los episodios más llamativos que ha dejado tras de sí 2021, el asalto al Capitolio, y desde entonces la brecha continúa entre demócratas y unos republicanos. Mientras los demócratas se afanan por recopilar pruebas que evidencien al menos las nulas intenciones del expresidente Trump por poner freno a unas protestas violentas que él mismo jaleó momentos antes durante un discurso incendiario a las puertas de la Casa Blanca, los republicanos, salvo unos pocos, optan por centrar el debate en las infundadas acusaciones de fraude electoral para justificar así lo ocurrido.

Estoy en un curso de performance en la Juan Gallery. La performance es una disciplina artística, cualquier acción realizada con el cuerpo con una pretensión comunicativa. Abramović, Beuys o Yoko Ono son algunos de los performers más conocidos. 

Hay quien piensa que es una mamarrachada, pero la realidad es que convivimos con ella. El culebrón Djokovic días atrás ha sido una performance. Villarejo en cada juicio, con su gorra y gafas (atrezo), diciendo que al emérito se le inyectaron hormonas para restarle libido, es una fantasía. Y aquí entra un término importante, la fantasía. Citando a la youtuber Ter: «La performance contiene dos planos, la realidad y la fantasía». 

"Yo me quedo con el presente y sobre todo con el futuro, que auguro, será una 'performance' infinita"

No todo lo que cuentas es literal y real, pero por no serlo, no engaña, convivimos en ambos lugares. ¿Recuerdan a Esperanza Aguirre bajando del helicóptero tras el accidente con los calcetines? Es una gran performance. Ella no mintió o actuó, comunicó una idea, fuimos conscientes de la tragedia a través de una imagen materializada en la mente del espectador. 

Un desfile militar o la cabalgata con el oso de Cádiz, ¿quién no se ha sentido ese oso alguna vez? O el asalto al Capitolio, y llamarlo performance no me convierte en una irresponsable que se ríe de la realidad política, sino consciente de las dos dimensiones, la realidad que cuenta y la fantasía que la envuelve. Dos planos necesarios en la vida. Whitman decía en un poema: «Me contradigo?, sí, y ¿qué? Soy inmenso, contengo multitudes». Somos todo, lo uno y lo otro, serios y divertidos, buenos y malos, y quien quiera blancos y negros que viaje al pasado. Yo me quedo con el presente y sobre todo con el futuro, que auguro, será una performance infinita.

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