Yo estudié en el colegio de un pueblo, al principio era femenino, al poco tiempo dejaron entrar a chicos, que brevemente fueron minoría, probablemente el único reducto donde eso ocurría en aquella época, eran los años 80. Un colegio que pasó a ser mixto en un ejercicio de progresismo, evolución y lucha por la igualdad. Hoy, 40 años más tarde, veo cómo un borrador de sentencia del Tribunal Constitucional me devuelve al pasado. Una sentencia a un recurso interpuesto por Vox, y que aboga por la financiación con dinero público de los colegios que segregan por sexo. 

Se supone que la educación va más allá de las matemáticas o la literatura, en la escuela se aprenden valores, te enseñan a enfrentarte al mundo, a formarte como persona, a ser tolerante, a convivir y a aceptar a los demás, pero ¿qué tipo de realidad es aquella que omite a la mitad de la población?, y ¿qué pasa con esas personas que no se sienten chicos o chicas, que todavía están conformando su identidad, a qué grupo pertenecen?

"Se supone que la educación va más allá de las matemáticas o la literatura, en la escuela se aprenden valores, te enseñan a enfrentarte al mundo"

Pues directamente se niega su existencia. En la vida cotidiana, en el ámbito laboral, en las instituciones se trabaja por la igualdad, mujeres y hombres conviven, se intenta luchar contra los guetos, ¿pero los queremos mantener en la educación?, ¿queremos educar a las próximas generaciones en la mentira? 

La segregación echa por tierra la base de toda educación, la igualdad y, además, tampoco mejora el rendimiento académico. Ya lo decían Los Bravos en 1967 en una canción: "Los chicos con las chicas tienen que estar, las chicas con los chicos han de vivir…". Y yo añado: y convivir en el colegio porque eso es la vida real. La canción continuaba: "La edad de piedra ya pasó…", pero en esto se equivocaban.