Sònia Guerra Diputada, portavoz de Derechos Sociales del Grupo Parlamentario Socialista y Secretaria de Políticas Feministas del PSC
OPINIÓN

Rocío Carrasco, yo sí te creo

Después del gran revuelo formado tras la emisión del primer capítulo de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', Telecinco emite el segundo capítulo bajo el titulo 'Se nos rompió el amor' en el que Rocío Carrasco explica como fue el momento en el que se enteró de que estaba embarazada por primera vez, como fue su boda y el momento en el que se dio cuenta de que su matrimonio ha acabado.
Primer capítulo de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', de Telecinco.
Después del gran revuelo formado tras la emisión del primer capítulo de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', Telecinco emite el segundo capítulo bajo el titulo 'Se nos rompió el amor' en el que Rocío Carrasco explica como fue el momento en el que se enteró de que estaba embarazada por primera vez, como fue su boda y el momento en el que se dio cuenta de que su matrimonio ha acabado.

Me niego. No y mil veces no. No pienso revictimizar a Rocío Carrasco. Por principios y por compromiso político con todas y cada una de las 1.083 asesinadas por violencia de género. También por todas y cada una de las que han sufrido o sufrirán violencia machista en algún momento de su vida. Una de cada tres según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer del Gobierno de España (2020). No todas lo denuncian, de hecho solo lo hacen el 21,7%. Una de cada cinco. El retraso en denunciar no merma la credibilidad de las víctimas. Tampoco el canal ni el método que escojan para hacerlo. No lo olvidemos antes de prejuzgar a Rocío Carrasco

El testimonio de Rocío Carrasco es el de una mujer maltratada: "Inútil, no sirves para nada", "estás gorda, eres tonta", "tú estás loca, a ti el embarazo te está afectando la cabeza, tú vas a malparir a mi hijo", "me dio un tirón de pelo y me dio con la cabeza en la mesa", "me cogió en volandas del camisón y me sacó medio cuerpo fuera de la ventana". Violencia, se llama violencia. Es machista y se utiliza para someter a las mujeres. A todas las mujeres, independientemente de su origen, de su clase social, y/o de si es famosa o no

Rocío Carrasco narra los diferentes ciclos de la violencia de género: violencia psicológica, violencia física, fase de luna de miel y retorno a la violencia psicológica. Y mucha, mucha luz de gas. Pero lo realmente revelador del testimonio de Rocío Carrasco es la descripción en primera persona que realiza del llamado Síndrome de Alienación Parental (SAP).

A nivel social el SAP es poco conocido, pero lo cierto es que durante años se ha utilizado este constructo pseudocientífico para retirar la custodia de los hijos a muchas mujeres maltratadas, acusándolas de influenciar negativamente en los menores para separarlos de sus padres. Lo cierto es que el 89,6% de las mujeres víctimas de violencia de género tenían hijos o hijas menores que presenciaron la violencia ejercida por sus padres contra sus madres. No debería extrañar que, en el momento de la separación, muchos de ellos y ellas no quieran mantener el vínculo con el progenitor.

Por eso en la Ley de Protección de la Infancia y la Adolescencia contra la Violencia, que pronto verá la luz en el Congreso, legislamos para que no se pueda aplicar bajo ningún concepto una terapia de la amenaza como la que sustenta el SAP, y sus derivados, para separar a las madres de sus hijos e hijas.

Rocío narra desprecio, humillación, crueldad. Pero Rocío solo llora, solo se desgarra, y me desgarra con su dolor, cuando narra la manipulación que han sufrido sus vástagos: "Él me ha quitado a lo más importante que yo tengo en la vida, que son mis hijos. Y me los ha quitado teniéndolos. Porque ha hecho que me odien y tengan esa imagen de mí. Que es mucho más cruel, si cabe".

Hoy solo puedo dar las gracias a una mujer valiente que se ha situado en el centro de la agenda mediática y social, aun a riesgo de ser revictimizada, para decir públicamente que ella y sus hijos son víctimas de violencia machista, son víctimas de SAP.

Y Rocío, da igual quien seas. ¡Yo, sí te creo!

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