¿Cómo una mujer tan mayor va a protagonizar un videoclip? Es el retrato que hace de la industria discográfica el musical Tina, que se acaba de estrenar en la Gran Vía madrileña y que relata la vida de Tina Turner a través de sus canciones.
A diferencia de otros musicales de éxito como Mamma mía, Tina no es sólo confeti y plasma las crudezas del racismo y machismo que sufrió Turner. De hecho, el trasfondo comprometido de la obra es su valor añadido. No se podía abordar de otra manera la trayectoria de Anna Mae Bullock, la reina del rock. Y esta producción combina con ingenio las artes del buen musical: interpretación, emoción, música, baile, imaginación y adrenalina. Así, todo junto.
Porque un buen musical es el que logra sumergir al espectador en un universo propio que le evade del exterior de la sala con el juego que provoca el ingenio del atrezo clásico. Pero en tiempos de pantallas led en las que se puede proyectar cualquier escenografía, se puede perder parte de esa magia. Ya ha sucedido en otras producciones. No es el caso de Tina, el musical mantiene y enriquece la travesura escénica de la teatralidad clásica. De esta forma, la obra intenta también sorprender con el ir y venir de trucos escénicos que propician que la historia fluya mejor mientras los decorados bailan al compás de la música.
Eso es el teatro: poner al espectador a viajar con su propia creatividad. Aunque nada se mueva de un reducido escenario. Y ahí Tina, el musical se convierte en una vibrante experiencia en la que parece fácil lo difícil. Una coreografía perfectamente articulada de intérpretes, bailarines y tramoya que va en crescendo hasta terminar en un miniconcierto, por aquello de dejar al espectador con un subidón de alegría que invite a regresar.
"el buen entretenimiento no es el que sólo distrae, sino el que aporta"
Aunque en Tina no todo sea alegría, también se indaga desde el mundo de ensoñación que es la fórmula del musical en la realidad que nos da una bofetada en la cara al enfrentarnos a prejuicios y estigmas que no son tan lejanos como creemos. De hecho, algunas de esas sombras siguen igual de presentes. También en la propia industria musical o audiovisual. Empezando por el machismo de castigar a las mujeres por su edad. Tina rompió el estigma. Su experiencia es sinónimo de fuerza que la catapultó a un triunfo sin fecha de caducidad.
Y su musical curtido en Broadway, que ahora enciende cada noche el Teatro Coliseum de Madrid, recuerda que el buen entretenimiento no es el que sólo distrae, sino el que aporta porque hace pensar. Entretener y pensar es compatible, que nadie se olvide. Por eso, Tina, el musical es tan disfrutable, porque cuida los detalles para que la experiencia no deje de estar en alto. Incluso el detalle de la reflexión. Por eso, Tina es ya la gran celebración de la Gran Vía. Esta vez, con final feliz.
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