Un ambiente fantasmal, el eco de la grada desnuda, el bote del balón, el grito del entrenador resuena dentro de un espectáculo hueco, con las cámaras como testigos.

Aunque pierda parte de su alma, el espectáculo debe continuar. Imposible no entender la incertidumbre de los deportistas, la difícil decisión del Consejo Superior de Deprotes para generar los menores agravios posibles, la necesidad de las Ligas profesionales de intentar cumplir con los apretados calendarios, entremezclados con competiciones europeas.

Para colmo, la Euro 2020 y los Juegos Olímpicos de este verano en el horizonte o en el aire. Quién dijo que no se le podían poner puertas al campo.