CARLOS SANTOS. PERIODISTA
OPINIÓN

Todo esto es muy triste

Manifestantes en la Via Laietana de Barcelona protestan frente a miembros de la Policía Nacional tras conocerse la sentencia por el juicio del procés.
Manifestantes en la Via Laietana de Barcelona protestan frente a miembros de la Policía Nacional tras conocerse la sentencia por el juicio del procés.
MARTA PÉREZ / EFE
Manifestantes en la Via Laietana de Barcelona protestan frente a miembros de la Policía Nacional tras conocerse la sentencia por el juicio del procés.

Es triste, qué quieres que te diga. Es triste que haya políticos en la cárcel, es triste que el Tribunal Supremo haya emitido una expeditiva condena, es triste que algunos la celebren, que otros digan que se queda corta y que muchos se echen a la calle para manifestar su incomprensión o su abierta hostilidad hacia las instituciones de donde emana. Es triste que hayamos llegado donde hemos llegado y es triste recordar las razones y sinrazones, las verdades y las mentiras, los relatos y los señuelos (Supremo dixit) que nos han traído donde hemos llegado. Es triste que muchos catalanes de buena fe se dejaran llevar por un anacrónico vendaval revolucionario, es triste que muchos españoles hayan respondido a la irracionalidad nacionalista con su propio nacionalismo irracional, es triste que algunos metieran a sabiendas a la sociedad en un callejón sin salida y otros dejaran engordar la bola de nieve sin mover un brazo para frenarla. Son tristes los fantasmas que han salido en estos años de sus armarios y es triste, en fin, el penoso uso electoral de este penoso asunto, que va para largo.

Yo me alegro de que por fin haya sentencia, en la tonta esperanza de que quizá, cerrada la vía judicial, se abra la vía política, pero no me alegro de que los hayamos "puesto en su sitio", como dicen por ahí, ni creo que la sentencia sea "una salvajada", como dicen por allá. Ahí y allá es triste la agresividad, pero también la desmemoria. Es triste que olvidemos que tenemos una de las constituciones más avanzadas de la tierra y que las leyes están para cumplirlas. Es triste tener que recordarlo, es triste tener que abogar por la concordia y es triste que, encima, te acusen de equidistante.

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