CARMEN REMÍREZ DE GANUZA. PERIODISTA
OPINIÓN

Esto no es Netflix

Josep Lluís Trapero, a su llegada al juicio del procés, el pasado jueves 14 de marzo.
Josep Lluís Trapero, a su llegada al juicio del procés, el pasado jueves 14 de marzo.
EFE
Josep Lluís Trapero, a su llegada al juicio del procés, el pasado jueves 14 de marzo.

A estas alturas se habrá producido un notable desenganche de las audiencias respecto del 'juicio del siglo'. La expectación y el estrellato fueron tales en las primeras semanas que muchos creyeron haberse abonado a una nueva serie televisiva. Pero resulta que el juicio del procés no es Netflix, y los personajes que desfilan por la Sala de Vistas ya ni siquiera tienen caras ni ojos, sino números de identificación correspondientes a modestos guardias civiles, destinados a labores de registro judicial y de análisis de correos incautados.

Para colmo de la falta de clímax, ayer las acusaciones pincharon en hueso con algunos de estos testigos, antes de ser brevemente devorados por las defensas por su inconsistencia (no sin cobrarse la irónica reprimenda de Marchena: "Imagínese que tuviéramos que juzgar la actuación de cada uno de nosotros..."). Sin embargo, otros dieron mucho de sí a efectos, no cinematográficos, sino procesales.

Al comandante E98218B le bastaron pocos minutos para poner en entredicho largas horas de declaración televisada del mayor Trapero. Días después de su declaración autoexculpatoria, el agente dio fe de los «sorprendentes resultados» de la diligencia judicial que le llevó a escuchar las grabaciones de los Mossos.

El comandante narró cómo estos "tenían órdenes" en la mañana del 1-O de comunicar los movimientos de "banderines" –guardias civiles, según el léxico de los de Trapero– y "escudos" –policías–; de cómo hicieron seguimiento de sus convoyes y fotografiaron sus matrículas; de cómo luego recibieron la orden de "apartarse" y evitar imágenes de participación conjunta en el desalojo de los centros electorales.

Por si fuera poco, el testigo reveló que los Mossos conocían la "estrategia" de algunos responsables de los centros, como el de La Junquera: abrir pasillo a la Policía hasta una urna... atornillada al suelo, y colocar a niños y ancianos como murallas humanas.

Aun con todo, ayer la Abogacía del Estado hizo un guiño a Netflix con una llamada a escena –por boca de otro testigo clave, el brigada R77165H– al "actual presidente de la Generalitat, Joaquim Torra". Su nombre resonó en la Sala de Vistas como uno de los activistas que colaboró en la nave que contenía las papeletas ilegales y los sobres con membrete de la Generalitat.

Torra escapó entonces de la imputación y tal vez escape ahora de su desobediente regateo con la Junta Electoral Central. Pero esa es, en todo caso..., otra película.

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