Es incomparable el Mundial que ha hecho el portugués con el que ha hecho el argentino. Los cuatro goles en la fase de grupos, especialmente los tres contra España, hablan bien de la jerarquía del luso en su selección, mientras que Leo ha sido un fantasma respecto al futbolista imperial que se ve en el Barça.

Cristiano se topó, seguramente, con el equipo más competitivo del Mundial. Un equipo sin fisuras defensivas, que sólo ha encajado un gol desde noviembre de 2017 y que, aunque no sea vistoso, es una roca. CR fue esta vez un quiero y no puedo y quién sabe si esta eliminación le podrá costar también su siempre deseado Balón de Oro.

Lo que sí ha quedado claro es que un buen equipo, trabajado colectivamente, puede minimizar a una gran estrella hasta eclipsarle. Ningún portugués podrá reprochar el Mundial que ha hecho Cristiano; más bien tendrá que agradecerle haber sido su bandera de la Portugal más grande de la historia, tras ganar la Eurocopa. Eso sí, esto no se dormirá mal esta noche pensando en lo que pudo ser y no fue.

Lo que sí parece claro es que sin ser un cambio de ciclo, sí que esta eliminación de las dos grandes estrellas del fútbol mundial, en octavos de final, supone un punto de inflexión y una 'invitación' tanto a Neymar como a Mbappé, o incluso Griezmann, para acercarse al trono mundial.