HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

Cuando de lo que se trata es solo de informar

HELENA RESANO
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Mi primera cobertura internacional fue con el huracán Mitch. Ha llovido mucho desde entonces y han sido muchos los reportajes, directos y noticias que me ha tocado contar como periodista.

En cada país existen unos códigos. Los estadounidenses son nativos audiovisuales, todo lo entienden por y para la prensa. Hay que hablar a los medios y contarlo para ellos. Da igual que seas el candidato a la Casa Blanca y que acabes de perder las elecciones. Lo hizo Sarah Palin la noche de la victoria de Obama, una de las declaraciones más surrealistas que he vivido, por cierto.

Los latinoamericanos son igual de accesibles. El mismísimo Hugo Chávez se te podía colar en mitad de un directo para decirte algo y seguir su camino. Me ha pasado, sí. Los ingleses son absolutamente rígidos en lo que se puede y no puede hacer y, por tu bien, lo mejor es que no intentes saltarte esos límites.

Eso no significa que limiten las coberturas, todo lo contrario. Puedes llegar a la mismísima puerta de Downing Street y estar a metros del premier o la premier y no pasa nada. Eso sí, sin salirte del límite marcado.

Cada país tiene sus códigos, efectivamente, y en el caso de los franceses aprendí toda una lección durante la cobertura de los atentados de la discoteca Bataclan. El país entero intentaba asimilar lo que había pasado, las víctimas eran gente joven que fue ejecutada con toda la sangre fría del mundo, a oscuras y sin piedad. El dolor era inmenso, pero aprendí que también íntimo y privado.

Los compañeros franceses bajaban sus cámaras cuando llegaban familiares o amigos a la morgue. Llegaban rotos de dolor a reconocer los cadáveres, pero ese paseíllo, largo, por una acera no lo grababa nadie. Solo cuando sus caras ya no podían ser identificadas, cuando sus lágrimas quedaban fuera de foco, entonces sí, los compañeros volvían a coger sus cámaras, se las colocaban al hombro y volvían a darle al botón de record.

Contar la tragedia sin regodearte en el dolor. Mantener el interés informativo porque efectivamente existe interés sin necesidad de convertirlo en un espectáculo. Ese es su código y eso es lo que muchos intentamos practicar también cada día desde nuestros medios. Contarles a ustedes lo que ha pasado y contarles lo que ayuda a entender esa noticia, los interrogantes que hay, las respuestas que hemos buscado.

Con todo el suceso de Julen se ha criticado mucho la cobertura mediática, curiosamente, únicamente la de las televisiones, no la que han hecho los compañeros de radio o prensa escrita, igual de extensa y, en la mayoría de los casos, igual de profesional. Cometemos errores, sí. Todos los días. Y créanme que siempre, desde aquella primera cobertura en Honduras y Nicaragua, hasta la última en Totalán, creo que estamos aquí solo para informar.

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