GUILLERMO FATÁS. CATEDRÁTICO DE HISTORIA Y PERIODISTA
OPINIÓN

"París bien vale una misa", nunca lo dijo Enrique IV

Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.
Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.
20MINUTOS
Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.

El primer rey Borbón fue Felipe V, pero en España. Mucho antes, los Borbón eran reyes de Francia. Bourbon, la palabra que da apellido a la familia, además de una variedad de aguardiente americano, es una pequeña localidad del noreste francés, cuyos señores llegaron a reyes en el siglo XVI. El primer rey Borbón de Francia fue Enrique IV. Lo era ya de la pequeña Navarre (la Baja Navarra o Navarra francesa). Este bearnés de Pau sigue siendo considerado el mejor rey que nunca tuvieron los franceses. Entre otras frases que no hay modo de saber si dijo en realidad, una resume bien su filosofía política: "En cada puchero campesino, un pollo al día". Eslogan precursor -tirando a opulento- del de Mao, que se conformó con "un tazón de arroz por chino y día".

Francia se ahogaba en encadenadas y sangrientas guerras civiles. El espíritu del protestantismo anidó en las tierras de Su Cristianísima Majestad y una parte de la nobleza abrazó la heterodoxia. Hubo matanzas, incluido el asesinato de un rey. En este ambiente, Enrique de Borbón, III de Navarra se convirtió en Enrique IV de Francia, pero hubo de cambiar su fe. Lo que no suele saberse es la cantidad de veces en que hizo semejante cosa. No fueron ni dos, ni tres, ni cuatro.

En 1554, fue bautizado católico, como su padre, Antonio de Borbón, pero se crió en la fe calvinista (hugonote) de su madre, la reina Juana de Albret. Antonio también se hizo hugonote, pero volvió al catolicismo en 1562 e hizo jurar lo mismo a Enrique, aún menor de edad. Pero papá Antonio murió en una guerra y mamá Juana, tutora del huérfano, lo hizo retornar ipso facto al calvinismo. Enrique perdió a su madre en 1572 y heredó el trono navarro. Era rey. Pequeñito, pero rey. Para amistarse con París, casó con una princesa católica, en un sí es no es la mar de ambiguo. El 24 de agosto de ese año, la boda lo libró de morir acuchillado en la 'noche de San Bartolomé', donde los hugonotes cayeron por miles. Enrique aceptó vivir como católico, pero fue retenido en la recelosa corte de París. Cuatro años después, Enrique huyó de su dorada prisión para ejercer de nuevo como protestante. Azares del destino, muerto el enésimo rey, el heredero de Francia por linaje fue Enrique, hugonote y bearnés. Si quería ser rey de Francia, debía abrazar con entusiasmo indudable la fe católica: dicho y hecho, el 25 de julio de 1593 abjura del protestantismo, faltaría más. Total, como siete cambios. No consta que dijera aquello de que "París bien vale una misa". Pero es obvio que lo pensaba.

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