HELENA RESANO. PERIODISTA.
OPINIÓN

Carta a Zianna

HELENA RESANO
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Te vi llorando desconsoladamente. Estabas en un atril, te estirabas nerviosa la camiseta blanca y entre sollozo y sollozo querías contar algo que evidentemente te preocupaba. Te dirigías a un público adulto. Al principio no entendía tu llanto. El monitor de la tele te ubicaba en Charlotte y automáticamente pensé "tiroteo-policía-muerto". Imaginé que quizás la última víctima asesinada por la policía era tu padre, tu abuelo o tu tío.

Pedí el mando de la tele y subí el volumen. Hablabas de racismo, de derechos. Entre sollozos explicabas que por ser negra, (sí, la piel de Zianna es oscura, muy oscura) no podías resignarte a tener que llorar a tu padre o a tu madre. Que preferías ir a los parques a tener que visitar tumbas en el cementerio.

Tus lágrimas se hicieron virales, ese término que tanto usamos ahora para decir que las vieron millones de personas. Salieron en los informativos, se retuitearon cientos de veces, y desgraciadamente, somos así, tu llanto nos hizo detenernos sobre una realidad que se repite demasiado en tu país. El mero hecho de ser negro, de estar parado en un aparcamiento te convierte en sospechoso. Uno de los últimos tiroteados por la policía en Estados Unidos era un hombre al que se le había averiado el coche. Se había parado en la cuneta y esperaba ayuda. La ayuda llegó en forma de bala.

Puedo entender tu llanto Zianna y tu impotencia. Con sólo 9 añitos entendiste que tienes el mismo derecho que otros niños a jugar tranquila en la calle, en el parque. A no temer a quienes en teoría deben protegerte.

Quizás usted está leyendo esto y piensa, "bueno aquí en España no ocurre, esto son cosas muy de los yanquis". Sí, tiene razón. Pero muchos de ustedes están pensando en escaparse en el puente de diciembre a la ciudad de los rascacielos, o programando las vacaciones de verano con su familia para visitar Disney o empezando a ver si el año que viene envían a su hijo a estudiar un curso entero fuera, a Estados Unidos quizás. Y vivirán con la misma angustia que Zianna. Temerán que un agente de policía de gatillo fácil se cruce en su camino. Entenderán su llanto.

Zianna tuvo el valor de subirse a la tribuna y gritar su miedo. Estaba en el Ayuntamiento de Charlotte. Se lo estaba diciendo a adultos que toman decisiones o deberían hacerlo. Espero que esta carta le llegue al próximo inquilino de la Casa Blanca. Sí, yo también acabo de esbozar un gesto de ironía. Si gana él, habrá muchas Ziannas a las que consolar.

¡Suerte pequeña!

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