OPINIÓN

Humanos contra Bots: 1-0

Rosalía Lloret, periodista.
Rosalía Lloret, periodista.
JORGE PARÍS
Rosalía Lloret, periodista.

Spotify es conocida en todo el mundo por la sofisticación de su inteligencia artificial: esos algoritmos automáticos que aprenden constantemente de nuestros gustos musicales para recomendarnos nuevas listas musicales en cada ‘Descubrimiento semanal’ o para sugerirnos voces similares a la de nuestro artista favorito. Sin embargo, la famosa compañía de música en streaming ha tenido que tirar de humanos para etiquetar correctamente las más de 30 millones de canciones o piezas musicales de su gigantesco catálogo. Un movimiento al que se ha visto obligada, entre otras cosas, para evitar las decenas de demandas a las que se está viendo sometida recientemente por los fallos en el etiquetado -y, por tanto, en la adjudicación de derechos de autor- que pueden empañar su inminente salida a bolsa el próximo 3 de abril. Y que, de paso, le servirá para aguzar la inteligencia de su algoritmo.

Los futuros accionistas de Spotify no tienen que temer por un incremento desbocado de la nómina de la compañía sueca. Porque, según el anuncio hecho público esta misma semana, serán los más de 160 millones de usuarios de Spotify quienes se ocupen mayoritariamente de revisar y editar el etiquetado de todas las piezas. El nuevo servicio, basado en un sistema de crowdsourcing como el de Wikipedia, se llama Line-In y puede encontrarse ya detrás de los tres puntitos que aparecen en la ficha de cada artista, cada álbum o cada canción de la plataforma de streaming. La opción ‘Sugerir un cambio’ permite a los usuarios entrar en un formulario web donde se pueden editar o añadir autores, géneros musicales o los estados de ánimo más adecuados para escuchar la canción correspondiente. Los fans de Spotify podrán incluso añadir la URL de webs donde encontrar información adicional o la letra de la pieza. Todas estas ‘sugerencias’, eso sí, deberán ser revisadas y aprobadas por los responsables de Spotify, una tarea no menor… (me rectifico: los futuros accionistas sí pueden esperar un incremento significativo en los gastos laborales de la compañía de streaming).

La compañía sueca, sin embargo, no es la primera que tienen que recurrir a los humanos – en concreto a sus usuarios- para complementar las insuficiencias de sus algoritmos. Ya en 2006, Amazon lanzó un programa para ‘reclutar’ a los clientes con los comentarios y valoraciones de productos más valorados por toda la comunidad. El propósito de Amazon Vine era precisamente dar mayor visibilidad a las opiniones de estos usuarios, cuyas detalladas reseñas (positivas o negativas) les ha hecho ganar la reputación de fiables y objetivos, frente a la proliferación de reseñas fraudulentas en la plataforma de comercio electrónico. Las llamadas ‘Voces Vine’ reciben incluso en su domicilio productos gratis de proveedores participantes en el programa para su valoración antes de incorporarlos a la plataforma.

La multiplicación de opiniones fraudulentas en Internet, sin embargo, sigue creciendo al ritmo de la inteligencia artificial y de la demanda de estas opiniones por parte de los usuarios (que, pese a todo, se siguen fiando más de ellas que de la publicidad). Los ya famosos sistemas de bots automáticos son capaces de publicar cientos de reseñas en Tripadvisor o Amazon, y de hundir o hacer prosperar negocios de todo tipo. Frente a ellos, los algoritmos inteligentes de estas populares plataformas intentan detectar automáticamente el fraude, como en el servicio de Fakespot. Pero la evolución constante de la inteligencia artificial está ya permitiendo la creación automática de opiniones perfectamente indistinguibles de las humanas. Una carrera sin fin contra las noticias u opiniones falsas en la que los humanos todavía tienen mucho que aportar (aunque sea a un precio mucho mayor que los robots), pero que tampoco garantizan un final feliz. Que se lo pregunten a Facebook.

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