Llevo años viendo fútbol, y muchos de ellos diciendo que la liga inglesa que tiene enamorado a medio mundo es una mediocridad. En muchos de sus clubes hay excelentes futbolistas, sí, pero qué aburridos son en general. Me remito a la final de la UEFA Champions League entre Liverpool y Tottenham Hotspur.
Reconozco que la emoción y el ambiente allí son magníficos. Que el marketing vende la competición como la mejor, pero no lo es, por mucho que intenten colocarnos un fútbol que no ha cambiado desde que lo inventaron en aquellas islas hace más de un siglo. Pero, viendo a los finalistas del Metropolitano, el fútbol de la Premier es un peñazo.
En Madrid además de alcohol derramado por las calles y muchos ingleses cantando, no hemos visto nada más. El fútbol, al menos como a mí me gusta, brilló por su ausencia. Si nos fijamos en las cinco finales anteriores, además de emoción hubo fútbol. Quienes vieron esta sin apoyar a uno de los equipos se aburrieron hasta casi dormirse.
Para mantenerme en lo dicho sobre el ‘rollo’ de la Premier, me traslado a la otra final entre ingleses, Chelsea-Manchester United en la 2007/08. Recuerdo que casi me duermo. Intentaré ser serio con los ganadores y con los perdedores pero, por favor, no me cuenten más milongas de la Premier aunque la Selección inglesa gane también en Portugal la UEFA Nations League.
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