La frescura y naturalidad de Rodrygo Goes han sorprendido gratamente. Nada fue forzado en su presentación. Todo lo hizo de memoria y con naturalidad. Subió al atril y, en castellano, dio gracias a todos por ayudarle a cumplir su sueño: ser jugador del Real Madrid. Después, como si lo hubiera entrenado a diario, lució dentadura y con parsimonia disfrutó del momento, repartiendo balones y gestos de respeto hacia una camiseta que sólo se puede ensuciar con sudor, sangre o barro, según la doctrina aprendida en este año.
Desde que firmó por el Real Madrid el pasado verano, además de mejorar lo innato, ha hecho los deberes. Se ha estudiado el quién es quién blanco, de la historia y del presente. Ha dedicado muchas horas a conocer las obligaciones que le esperan, dentro y fuera del campo. Rodrygo quiere triunfar y lo tiene tan claro que ‘obligó’ a su padre a retirarse con 34 años para enseñarle a ser futbolista. Y, vista la presentación y sin verle aún en acción, el educador y el alumno se han ganado el sobresaliente.
Rodrygo continuará su aprendizaje con compañeros que en breve cumplirán los 34 años, la edad de su padre. Modric y Sergio Ramos le enseñarán también lo que significa ser jugador del Real Madrid. Ha sacado matrícula de honor en Himno y Beso al escudo. Ahora se le examinará por su fútbol.
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