JOAQUIM COLL. HISTORIADOR Y ARTICULISTA
OPINIÓN

El juego de tensar la cuerda

Joaquim Coll.
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TWITTER: @joaquimcoll
Joaquim Coll.

Santi Vila saltó del Govern cuando Carles Puigdemont renunció a convocar elecciones autonómicas porque no pudo aguantar la presión de la calle y el miedo a ser llamado "traidor" por los suyos. Fue entonces cuando se rompió el último hilo de la cuerda que tanto se había tensado. Y es por eso que hoy hay 12 personas acusadas en el Tribunal Supremo, sin olvidar las otras causas pendientes relacionadas con el procés tanto en la Audiencia Nacional como en el TSJC.

Este jueves, Vila afirmó que con la ley del referéndum y los decretos del 6 de septiembre querían "tensar la cuerda, pero que no se rompiera y encauzar un sentimiento ciudadano pacífico". Es evidente que se les fue de las manos, pero no solo tras el 1-O, como ha dicho para justificar su permanencia en el Govern hasta el último minuto, sino mucho antes.

El juego de tensar la cuerda sufrió un brusco estirón hacia el campo insurreccional cuando las entidades civiles independentistas hicieron constantes llamamientos a concentrarse ante la Consejería de Economía el 20 de septiembre. Las detenciones ordenas por el juzgado núm. 13 de diversos cargos del Govern y los registros de sus despachos por parte de la Guardia Civil fueron considerados como un "ataque al referéndum". El lenguaje del entonces presidente de la ANC, Jordi Sànchez, combinaba el pacifismo con un tono más belicoso: "Nos han declarado la guerra, salgamos a defender las instituciones", escribió esa mañana en uno de sus tuits.

Escuchándole sobre cómo hizo de 'interlocutor' en esas difíciles circunstancias y la 'absoluta normalidad' con que se desarrolló todo, parece que sea merecedor de la medalla al mérito policial. Lo cierto es que se produjo el secuestro de la comitiva judicial, el destrozo de los vehículos de la Guardia Civil y que tanto él como Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, no desconvocaron esa concentración tan festiva como intimidatoria hasta media noche. Fue solo el aperitivo de lo que sucedió el 1-O.

Muchos de los acusados han quitado importancia a la celebración del referéndum, entendiéndolo como otra forma de manifestación, y han situado la declaración de independencia en el terreno meramente político. No nos engañemos: el independentismo quiso siempre jugar todas las cartas. El objetivo era la secesión, aunque por el camino se acabara en una negociación. Se conspiró de forma concertada para tensar la cuerda y desbordar al Estado desde las instituciones y la calle, aunque por ahora tanto la Fiscalía como la Abogacía hayan flaqueado bastante en sus interrogatorios.

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