JOSÉ MANUEL PUERTAS
OPINIÓN

Luka Modric, el Balón de Oro que hacía el pino para crecer

Luka Modric, con 18 años, tras ganar el trofeo "Filip Sunjuc 'Pipa'" con el que la afición del Zrinski de Mostar reconoce al mejor jugador del año.
Luka Modric, con 18 años, tras ganar el trofeo "Filip Sunjuc 'Pipa'" con el que la afición del Zrinski de Mostar reconoce al mejor jugador del año.
MARIO PANDZA
Luka Modric, con 18 años, tras ganar el trofeo "Filip Sunjuc 'Pipa'" con el que la afición del Zrinski de Mostar reconoce al mejor jugador del año.

En 2014 nos enfrascamos Vicente Azpitarte y yo en el trabajo destinado a publicar, dos años más tarde, Luka Modric: el hijo de la guerra. No imaginábamos estar escribiendo la biografía de quien rompería el duopolio que Cristiano Ronaldo y Leo Messi llevaban a cabo en el fútbol mundial. Y sin embargo, la vida del pequeño Luka merecía ser contada desde mucho antes de que se convirtiera en una leyenda del Real Madrid y pusiera el planeta fútbol a sus pies.

Los primeros años del Balón de Oro transcurrieron, ajenos al caldo de cultivo que se generaba en Yugoslavia, en Zaton Obrovacki, cerca de Zadar. ¿Dónde podía ser más feliz un niño de 6 años que persiguiendo un balón en la casa de su abuelo? Quería ser futbolista en un país donde el Estrella Roja se atrevía a ganar la Copa de Europa, el canto del cisne del balompié yugoslavo, pero donde el éxito deportivo no reflejaba la fractura social. Todo cambió para los Modric cuando los paramilitares serbios asesinaron al abuelo Luka antes de las navidades de 1991. Tocaba dejar todo atrás, y convertirse en refugiados de guerra en una Zadar asediada por las bombas.

Lo logrado por Modric es el reflejo de lo que puede lograr la perseverancia. Aprendió en la calle, como mandan los cánones, mientras corría con sus amigos al sonar las sirenas antiaéreas, como si un juego fuera. Luego se rehízo a su mayor mazazo deportivo: el rechazo del Hajduk Split, el club al que todo dálmata quiere defender. Le dijeron que tenía las piernas cortas. Y él, aconsejado por el sabio Tomislav Basic, empezó a hacer el pino tras los entrenamientos para alargarse un poco. Casualidad o no, años más tarde se demostró que esa práctica podía ayudar a ello.

El triunfo de Modric es el de la humildad. El de un hijo de la guerra que llevó a cuatro millones de croatas a la final de un Mundial, y que, desde aquel gol en Old Trafford en 2013 tiró abajo la puerta del madridismo en el camino hacia cuatro Champions.

BIO DEL AUTOR: José Manuel Puertas es un periodista granadino de ‘Libertad Digital’. Es el coautor del exitoso libro biográfico ‘Luka Modric: el hijo de la guerra’, que ya va por la segunda edición  

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