McLaren se queda sin motos que venderle a Alonso

Cuando cacé a Zak Brown en el paddock del circuito de Le Mans durante las 24 horas, mi intención fue clara: preguntarle por el futuro de Fernando Alonso. Él, que me vio venir y escuchó mi perfecto inglés con acento sanabrés, supo que tenía en mi grabadora un altavoz perfecto para sus intenciones: venderme humo a cholón.

Y yo se lo compré, lógicamente. Como hubiera hecho cualquiera. No siempre el jefe de McLaren está dispuesto a hablar, ni tiene claro el mensaje a decir. Siete días después de aquella amigable charla, no creo que tenga los americanos bemoles de contarme la misma película.

¿Qué argumentos puede darle a Alonso para que siga con ellos, cuando le han mentido de manera tan flagrante? ¿Es suficiente la promesa de la disputa de la IndyCar para contentarle? El español hace tiempo que ya ha renunciado a proclamarse campeón del mundo de Fórmula 1, por mucho que diga públicamente, y por eso el objetivo de la Triple Corona parece hoy más factible que nunca. Pero irse por la puerta de atrás del Gran Circo tampoco es lo que desea.

El GP de Francia ha demostrado claramente que las promesas de podios eran no sólo exageradas, sino que eran mentira. Vamos, que se tiraron unas 'mandarinas' que ni Luka Doncic rumbo a Dallas. Ni McLaren está para luchar por los podios, ni lo va a estar a corto plazo.

Y no hay túnel de viento que arregle esto. Quizá sea hora de que las guillotinas empiecen a afilarse, y empiecen a rodar cabezas. Quizá no la de Eric Boullier, probablemente el que menos culpa tenga pese a lo que quieren desde la cúpula de Woking, o la de Zak Brown, que suficiente está haciendo con sujetar a Alonso y quitarse de encima el motor Honda.

Quizá haya que reestructurar por completo la parte técnica, esa que parece estar siempre libre de toda culpa y que, en el fondo, es la que más responsabilidad tiene sobre el rendimiento del coche. Aunque para entonces Alonso ya no esté, McLaren debe hacer una limpia seria de personal.