RAFAEL MATESANZ. DIRECTOR DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE TRASPLANTES
OPINIÓN

Trasplantes y gestación subrogada

Rafael Matesanz
Rafael Matesanz
JORGE PARÍS
Rafael Matesanz

Recientemente ha surgido la polémica sobre la regulación de la llamada 'gestación subrogada' en su denominación políticamente correcta. La necesidad de adoptar una postura sobre este tema parece clara y ahí es donde se plantean semejanzas con la donación de órganos en vivo para trasplantes.

El primero de estos paralelismos es la contraposición altruismo-comercialización. En España se excluye la donación de órganos cuando existe el más mínimo indicio de pago recompensa o coacción, por el riñón o el fragmento de hígado a trasplantar. Sin embargo, ésta no es una situación universal y en el mundo hay fórmulas de compensación que van desde la compraventa pura y dura en un buen número de países sin control alguno, a un mercado regulado por el estado en Irán (algo por lo que abogan no pocos cirujanos norteamericanos y hasta el Premio Nobel de Economía de 2012, Alvin Roth), pasando por eufemismos como el de 'donación recompensada' ('rewarded gifting') para dulcificar lingüísticamente la compra de un órgano. Nada muy distinto al cambio de la denominación ‘vientres de alquiler’ por el de gestación subrogada.

Semejanzas y diferencias: falta de datos oficiales, con gran demanda en países ‘compradores’ como el nuestro, donde se calcula entre 800 y 1000 niños /año del alrededor de 20.000 que nacen el mundo por este método, en clara tendencia al alza mientras caen en picado las adopciones internacionales. El mayor parecido de esta forma de gestación en útero ajeno con los trasplantes de vivo no sería con el más frecuente de riñón, porque en este caso el "donante" pierde irremisiblemente uno de sus órganos, sino con el de un fragmento de hígado. Una intervención con un cierto riesgo (como ocurre en menor medida con un embarazo) pero de los que cabe esperar la recuperación integral del órgano (hígado o útero).

En ambos casos puede haber un pago claro o encubierto, con gente que compra (ciudadanos de países ricos o ricos de países pobres) y gente que vende (ciudadanos de países pobres o pobres de países ricos como es el caso de USA), aunque curiosamente y en general, la gestación se cotiza más que los órganos probablemente porque el proceso es más delicado y prolongado que el de una intervención quirúrgica. Desde el punto de vista del riesgo físico la cesión de órganos es potencialmente más grave, pero no son desdeñables las secuelas psíquicas de una madre que gesta un bebé en su vientre y luego se desprende de él, una o más veces.

Una legislación como la española de trasplantes, basada en el altruismo y el anonimato, serviría para regular una pequeña proporción de casos en que la gestante fuera familiar o allegada, y en quien no se objetivara coacción ni motivación económica. También podría darse algo parecido a la donación altruista de órganos, los 'buenos samaritanos', con mujeres que se ofrecieran a gestar hijos de otras parejas de forma anónima y altruista. Algo difícil de imaginar, pero no más que las personas que donan un riñón en estas condiciones y la verdad es que hay cientos de candidatos.

Estos casos no solucionarían el problema porque pocas parejas que quieran concebir un hijo de esta forma tendrán una familiar o una amiga dispuesta y el mecanismo altruista no es previsible que cubra toda la demanda. Pero al menos se empezaría a poner un poco de orden cuando parece poco probable que se regule un pago por este servicio.

No es difícil imaginar que igual que ocurre en muchos países en que la compra de órganos en el extranjero está perfectamente tolerada por ser una válvula de escape para un problema interno (no en España donde está recogido en el código penal), los partidos políticos sin unos planteamientos claros que les puedan quitar votos en un tema transversal como éste, seguirán mirando para otro lado cuando las parejas españolas viajen a India, Ucrania, Estados Unidos… Total, no ocurre en España.

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