Si la semana ya estaba cargada de gestos, con las manos en los genitales del Cholo Simeone y con la manita de Cristiano Ronaldo en la zona mixta y antes en el césped del Metropolitano, la remató Gareth Bale después de marcar el 1-2 favorable a los blancos.
En el partido entre el Levante UD y el Real Madrid, con desastroso arbitraje de Iglesias Villanueva y el VAR, Gareth Bale la lío un poco más no queriendo celebrar con sus compañeros el gol de la victoria. Sus gestos, desde el momento en el que Solari le dice que caliente, lo hizo al trote, de mala gana, y después tardó cerca de 5 minutos en atarse las botas y en peinarse el moño.
No quería jugar saliendo desde el banquillo. La 'estrellita' galesa que sigue estando en muy baja forma física y de predisposición para ayudar; no está por la labor de que le vean feliz. Su desprecio hacia sus compañeros y hacia la afición que le paga es para ponerle la maleta en la puerta del Bernabéu.
Gareth Bale debería ir al despacho de Solari y cantarle las cuarenta si fuera valiente. Pero como es un 'moñas', demuestra su enfado con el entrenador apartando de malas maneras a sus compañeros que estaban felices por el gol y por él. Desde el 1-2, Bale se dedicó a mirar el partido escondido en la banda y más pendiente de arreglarse el moño que se le había despeinado.
A Gareth Bale alguien que no fuera el bocazas de su representante debería explicarle que no se puede vivir en el Real Madrid sólo apareciendo en las finales y nada más. Alguna culpa tendrá él de lo que le está pasando además de tener mala suerte con las lesiones. Que se lo haga mirar y que le recuerden que en el Madrid siempre hubo grandes jugadores y sobre todo ejemplares que sabían del peso del escudo.
PD: Cristiano Ronaldo, como Gareth, también gesticulaba, pero el portugués marcaba muchos, muchos, muchos goles.
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