VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

El bipartidismo resiste

Pedro Sánchez y Pablo Casado, durante su primera reunión tras las elecciones generales.
Pedro Sánchez y Pablo Casado, durante su primera reunión tras las elecciones generales.
EFE
Pedro Sánchez y Pablo Casado, durante su primera reunión tras las elecciones generales.

Las paradojas son habitantes habituales de la política. La aritmética permitió a Pedro Sánchez llegar al poder con 84 diputados de 350, o que el PP ganara las elecciones municipales en Madrid en 2015 para que gobernara Manuela Carmena y que ahora gane Carmena y pueda gobernar el PP, o que Podemos se desplome de elección en elección y sin embargo Pablo Iglesias quiera ser ministro.

Ahora tenemos otra paradoja de más largo alcance. En las elecciones de diciembre de 2015 parecíamos firmar la defunción definitiva del bipartidismo, cuando Podemos y Ciudadanos "asaltaron", en conjunto, un centenar de escaños del Congreso.

Iglesias dijo entonces, con buen ojo de analista político, que había una "ventana de oportunidad" para que su partido alcanzara el poder superando al PSOE. Por eso forzó la repetición de las elecciones en junio de 2016. La ventana de oportunidad existía, pero Podemos no entró a través de ella.

Desde entonces, Podemos ha perdido apoyo electoral cada vez que ha acudido a las urnas. Ciudadanos, por el contrario, ha ido a más, pero su aspiración de dar el sorpasso al PP no se ha hecho realidad ni en el ámbito nacional ni en ninguna comunidad ni en ningún ayuntamiento importante.

Y llegamos a finales del mes de mayo de 2019 con un quinto partido nacional, Vox, pero con PSOE y PP como las dos fuerzas políticas hegemónicas, a pesar de todo.

Hace ocho años, centenares de miles de personas se manifestaron en toda España contra, entre otras cosas, el bipartidismo. El movimiento 15-M surgido en 2011 pretendía romper el sistema político de dos partidos omnipotentes. Y, en buena medida, lo ha conseguido.

Pero estamos en 2019 con el PSOE en el gobierno central y como partido más votado, y con el PP a punto de gobernar en comunidades y ayuntamientos muy importantes y como segunda fuerza política.

Y, más importante aún, con la perspectiva de que si la izquierda gana será gracias al PSOE, y de que si gana la derecha será gracias al PP. Porque Podemos, Ciudadanos y Vox, con mejores o peores resultados, no consiguen ser otra cosa, de momento, que fuerzas subalternas. Y alguna de ellas, como Podemos, en plena decadencia.

A lo que hemos asistido estos años no es tanto al final del bipartidismo, cuanto a una redefinición del bipartidismo. Hasta 2015, la duda previa a cualquier proceso electoral era si ganaría el PSOE o ganaría el PP. Ahora la duda es si ganará el bloque de la izquierda o el de la derecha.

Es, por tanto, un bipartidismo troceado en cinco fuerzas políticas, con poco margen para la transversalidad. Es decir, con poco acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. El bipartidismo resiste. Falta saber cuánto son capaces de resistir los tres partidos de acompañamiento.

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