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Kate Moss y su lucha contra el tabaquismo: consecuencias en la piel

Kate Moss, irreconocible en las calles de Londres
GTRES

La supermodelo Kate Moss, de 49 años, ha sido objeto de críticas en los últimos días debido al aspecto de su rostro visiblemente envejecido desmejorado, mientras se fumaba un cigarrillo en las calles de Londres. Lo cierto es que la top model británica, que alcanzó la fama internacional en la década de los 90, ha reconocido en más de una ocasión su lucha contra la adicción al tabaco, hace más de 34 años.

Sin embargo, ¿cómo afecta el tabaco en la piel? Lo cierto es que, más allá de esta práctica nociva, evidentemente perjudicial para dermis, el paso de la edad hace estragos en todas las pieles. A partir de los 25 años se empieza a perder al menos un 1% de colágeno al año, llegando a tener menos de la mitad llegados los 40. Esto conlleva la aparición de síntomas relacionados con el envejecimiento como la pérdida de firmeza y elasticidad de la piel. 

Es más, durante la menopausia esta merma se intensifica dejando la piel más fina y delgada. A todo ello hay que sumarle otros factores externos como el estrés ambiental, siendo la exposición solar la causa principal del fotoenvejecimiento. Una vez dicho esto, el consumo de tabaco acelera el envejecimiento de la piel hasta el punto que, por cada diez años fumando de forma continuada, el desgaste se acelera hasta dos años y medio, según datos de la Sociedad Española de Medicina Estética, en el que también alerta del deterioro ocasionado por la exposición a la radiación ultravioleta del sol. 

Así envejece el tabaco tu piel

Lo primero que hay que saber es que cada calada contiene alrededor de dos billones de radicales libres responsables del proceso continuo de oxidación y envejecimiento prematuro. Esto se traduce en la disminución de la circulación sanguínea en todos los tejidos, influyendo negativamente en la elasticidad y aspecto de la piel, un desgaste que hace más visibles los músculos faciales por la erosión de su envoltorio, en la aparición de marcas de expresión, especialmente alrededor de la boca.

Además, las arrugas ganan en profundidad, la piel presenta una mayor sequedad, los poros se dilatan, aparecen quistes de millium, manchas en la dermis y la piel tiene una menor capacidad de recuperación ante quemaduras solares. Pero ahí no acaba la cosa porque el tabaco también provoca deshidratación de la piel, que aparece áspera, quebradiza e inflexible. A esto se suma la poca oxigenación de las células, que hace que la piel adquiera una palidez cercana al amarillo grisáceo. 

En consecuencia, las arrugas de los fumadores son más estrechas, profundas y con contornos bien marcados. Otro efecto es la pigmentación amarilla que el cigarrillo provoca alrededor de los dedos.

Cicatrización y alteraciones en la boca

Fumar también origina alteraciones en la cicatrización, dado que el humo del tabaco disminuye la oxigenación de los tejidos. La nicotina provoca una disminución de la circulación periférica. El monóxido de carbono del humo compite con el oxígeno por la hemoglobina, lo que disminuye la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos periféricos. Además, aumenta la viscosidad de la sangre a través de un incremento de la agregación de las plaquetas y del número de glóbulos rojos.

El tabaco también produce alteraciones bucales, dado que la nicotina afecta directamente a la región periodontal. El especialista explica, además, que el alquitrán es altamente irritante para las mucosas y las encías, lo que aumenta el riesgo de gingivitis. Además, el calor producido en los labios por el consumo de cigarrillos o de tabaco en pipa puede originar, con el tiempo, cáncer de labio por la microagresión repetida.

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