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Intersexualidad, la realidad diversa detrás de casos como el de la boxeadora argelina Imane Khelif o el de la taiwanesa Lin Yu-ting

La boxeadora argelina Imane Khelif en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
POOL/AFP via Getty Images

La boxeadora Ángela Carini ha levantado estos días el último eco de una polémica que renace prácticamente con cada nueva edición de los Juegos Olímpicos. Concretamente, la deportista decidió abandonar su combate con su homóloga argelina Imane Khelif a los 46 segundos, tras recibir dos fuertes golpes, argumentando que no estaba "en igualdad de condiciones".

El motivo de esta supuesta desigualdad reside en las dudas en las que Khelif se ha visto sumida respecto a su identidad de género y su sexo biológico, algo que también le sucede a la luchadora taiwanesa Lin Yu-ting. Al margen del triste estigma y cuestionamiento al que se ven sometidas las atletas (y que no han perdido ocasión de azuzar figuras públicas como la presidenta italiana de extrema derecha Giorigia Meloni, la de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso o el argentino Javier Milei), estos casos representan una oportunidad para analizar la compleja cuestión de la determinación sexual y la gran diversidad corporal que en realidad existe en las personas.

El origen de la controversia

Una de las primeras cuestiones que hay que aclarar es que en ningún caso se trata de atletas transgénero. Así lo ha detallado el portavoz del COI, Mark Adams: "Son mujeres según sus pasaportes y se establece que así es, que son mujeres. Recordaría que esto afecta a gente real y que no es una cuestión transgénero. Quiero que quede absolutamente claro". 

De hecho, hasta el año pasado ambas deportistas han venido desarrollando su carrera con relativa normalidad. "Han competido y siguen compitiendo en la competición femenina. Han perdido y han ganado contra otras mujeres a lo largo de los años", añadió Adams. Por ejemplo, en Tokio 2020, cuando Khelif llegó a cuartos de final. La participación de las dos atletas en los actuales Juegos Olímpicos está avalada avalado por las reglas del COI ya vigentes en 2020. En esta edición, no participa ninguna mujer trans.

Cabe apuntar que en Argelia no está reconocida legalmente la identidad transgénero. De hecho, el país criminaliza de manera contundente a las personas LGTBI, con penas que en algunos casos incluyen la prisión o los castigos físicos.

El gran problema llega con el mundial de boxeo de 2023 de Nueva Delhi, India. En esa competición, ambas mujeres fueron descalificadas por la IBA (Asociación Internacional de Boxeo) cuando Khelif iba a disputar la final y Yu-ting ya había logrado el bronce. El organismo presidido por Umar Kremlin (suspendido por el COI en 2019 y sin reconocimiento olímpico desde 2023) adujo entonces que "las atletas no se sometieron a un examen de testosterona, sino a una prueba separada y reconocida [...]. Según los resultados, tienen cromosomas XY". 

De ser ciertos los resultados de las pruebas esgrimidas por la IBA, el corazón de la controversia estaría en la discrepancia entre estos cromosomas XY 'masculinos' con el sexo asignado como femenino a la hora de competir.

El problema de la asignación de sexo

Lo que coloquialmente entendemos como sexo biológico no es una única característica de un organismo, sino varias diferentes que contribuyen a que sea posible la reproducción con diversificación genética y que incluyen cosas como el genotipo sexual (las características del par 23 de cromosomas) el fenotipo sexual (caracteres sexuales primarios y secundarios) o las estructuras reproductivas internas. También podríamos incluir los niveles de determinadas hormonas, como la testosterona, si bien esta característica es susceptible de verse alterada por múltiples factores.

Este conjunto de rasgos (y que como vemos es diferente a la identidad de género, definida como percepción subjetiva de un individuo sobre sí mismo en lo relativo al género) en la mayoría de los casos dividen a los individuos en dos grandes categorías: masculino y femenino. No obstante, no siempre es así; existen individuos en los que algunos rasgos no están en la concordancia típica (por ejemplo, personas con genotipo XY y gónadas de aspecto femenino). Estos casos constituyen lo que llamamos intersexualidad, y existen instancias muy variadas y diferentes.

Por ejemplo, es una forma de intersexualidad el síndrome de Swyer, en el que un individuo con genotipo XY presenta fenotipo sexual femenino con vulva, vagina, útero y trompas y con gónadas (los órganos encargados de producir células no sexuales) no funcionales. También el de De la Chapelle, en el que el fenotipo sexual es masculino (existen pene y testículos) pero el genotipo es femenino (cromosomas XX); o el de Klinefelter, en el que el genotipo es XXY.

Por qué es difícil dividir por sexo en el deporte

El problema nace en aquellos ámbitos en los que dividimos a los individuos en sólo dos categorías en base al sexo y nos encontramos con alguno de estos casos. Una opción es tomar uno de los rasgos del sexo biológico en sentido amplio y usarlo como único criterio determinante, al margen de que las demás estén en concordancia con lo que esperaríamos típicamente o no. En biología, la cuestión se ha solucionado escogiendo como característica exclusivamente determinante del sexo biológico el tipo de gametos (células sexuales) que produce un organismo.

En otros ámbitos pueden no haberse sentado criterios claros, lo que puede llevar a polémicas como la de Khelif y Yu-ting. Por ejemplo, para determinar las categorías por género, la IBA sólo especificó el genotipo como criterio definitorio después del incidente del mundial del año pasado (recordemos que de este modo justificó la expulsión de las púgiles); el COI, por su parte, no especifica ninguna característica concreta.

Escoger una característica que no esté directamente relacionada con el ámbito en el que nos estemos moviendo también puede llevar a resultados inesperados. En este sentido, en el campo del deporte, dividir las categorías en base al sexo biológico en primer lugar ya nos conduce a problemáticas. Y es que se espera que las mujeres y los hombres tengan rendimientos diferenciados en ciertas actividades físicas (como el boxeo), pero no hay nada en los criterios objetivos que podemos usar para diferenciar el sexo biológico (el tipo de gametos, el genotipo, el fenotipo sexual...) que dicte que esto vaya a suceder así en el 100% de los casos. Si se desea mantener esa división, debe aceptarse que en ocasiones van a aparecer casos fuera de la norma esperada y que tienen la misma legitimidad para competir que los demás.

El error del esencialismo

El error está en caer en lo que se llama 'esencialismo': en biología, la concepción según la cual los individuos diferimos unos entre otros por características esenciales (como el sexo biológico) anteriores o que determinan la realidad material. Lo contrario es el nominalismo, que postula que lo que existen son los individuos y las poblaciones y que categorías como 'masculino' o 'femenino' son sólo abstracciones útiles que construimos los seres humanos para estudiar el espectro de características diferentes que observamos en la naturaleza.

Si asumimos por ejemplo que los seres humanos tenemos una característica esencial que es el sexo biológico binario, y que es esa característica la que determina si vamos a tener pene o vulva, cromosomas XX o XY y a ser más o menos altos y fuertes, tarde o temprano vamos a encontrar casos que no cumplan todas nuestras expectativas. Por el contrario, el sexo biológico binario es muy útil si queremos describir científicamente el tipo de gametos que produce un organismo.

Es un debate largo, complejo e interesante. Sigue surgiendo esporádicamente en campos como la ciencia, la política o los deportes (y lo hará hasta que alcancemos consensos informados). Pero, en última instancia, no debemos olvidar que afecta fundamentalmente a personas reales, que muchas veces a causa de esta misma controversia sufren discriminación, estigma o persecución. La discusión sobre lo que es el sexo biológico y la importancia que tiene en diversos ámbitos de nuestra vida social no puede ni debe nunca separarse de la empatía, la comprensión y el respeto a esas personas.

Referencias

Carlson, Neil R.; Heth, C. Donald. Psychology: the science of behaviour (en inglés). Pearson (2009). ISBN 978-0-2056-45-244.

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D. Natera-de Benito, C. Bezanilla-López, L. Izquierdo-López, M. Espino-Hernández. Síndrome de De la Chapelle. Anales de Pediatría (2013). DOI: 10.1016/j.anpedi.2012.06.003 

Mayo Clinic. Síndrome de Klinefelter. Consultado online en https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/klinefelter-syndrome/symptoms-causes/syc-20353949 el 02 de agosto de 2024.

Joan Roughgarden. El arcoíris de la Evolución. Capitán Swing (2021). ISBN-10: 8412390229

IBA (2023). Technical & Competition Rules. Consultado online en https://www.iba.sport/wp-content/uploads/2022/02/20230209-IBA-Technical-Competition-Rules.pdf el 02 de agosto de 2024.

IBA (2024). Technical & Competition Rules. Consultado online en https://www.iba.sport/wp-content/uploads/2023/04/20240303-IBA-Technical-Competition-Rules-v7-clean.pdf el 02 de agosto de 2024.

COI (2024). Qualification System - Games of the XXXIII OLYMPIAD - PARIS 2024. International Olympic Commitee (IOC). Boxing. Consultado online en https://boxing.athlete365.org/wp-content/uploads/2023/08/20230825_Paris2024-QS-Boxing.pdf el 02 de agosto de 2024.

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Redactor de Salud '20minutos'

Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual, trabajo como redactor de Salud dentro del equipo de Desarrollo de Audiencias para 20minutos. Comencé mi andadura en el periodismo haciendo prácticas y una beca en la sección de Última Hora de este medio, y tras graduarme en 2020 pasé por la sección de Cierre de la Edición en Papel. Además, tengo experiencia profesional como diseñador gráfico y web y como editor de vídeo. Mi gran pasión es la música, pero también me interesan áreas tan diversas como la literatura y las artes, las ciencias o la política, y soy un gran amante de los animales.