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"La salud mental no es solo no tener problemas mentales, sino algo más ambicioso: vivir bien"

Los trastornos mentales representan en la actualidad el 25% de las patologías en el mundo.
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¿Es posible conseguir la armonía entre nuestro “fuera” y nuestro “dentro” cuando hablamos de salud mental? ¿Qué significa gozar de un estado mental saludable en el mundo actual? ¿Cómo afectan las circunstancias externas -una actualidad vertiginosa que no da tregua, la vida laboral, la constatación de la fragilidad del ser humano...- en la frustración, la angustia o el sufrimiento que sentimos interiormente?

De todo ello se ha hablado recientemente en el encuentro Nuestra Salud Mental, organizado por el área de Pensamiento del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque de Madrid en la que participaron los expertos Marta Carmona, psiquiatra del Centro de Salud Mental de Alcalá de Henares y Presidenta de la Asociación Madrileña de Salud Mental; Carmelo Vázquez, catedrático de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM); y Alberto Ortiz Lobo, psiquiatra de los Servicios de Salud Mental de la Comunidad de Madrid junto a la periodista Beatriz Nogal del programa radiofónico A Vivir que son dos días.

La salud mental tiene que ver con tener relaciones saludables, sensación de autonomía y de crecimiento personal

Una charla que tuvo como punto de partida clarificar qué se entiende hoy por hoy por salud mental, así como dónde está el límite entre la enfermedad mental y la salud. Cuestiones ambas que, según los especialistas, siguen estando poco definidas: “El que haya debate indica que es un terreno borroso”, explica Carmelo Vázquez. “La salud mental no es simplemente no tener problemas mentales, una cosa que la pandemia ha dejado muy claro, sino algo un poquito más ambicioso que es vivir bien y tener una buena vida. Es algo difícil de medir pero tiene que ver con tener control de nuestra vida, con tener relaciones saludables, sensación de autonomía y de crecimiento personal. Y esto va más allá de este marco tan limitado que es entender la salud en términos simplemente negativos. Parte del drama que estamos viviendo estos últimos meses con la pandemia es que no acabamos de sentirnos bien sin estar mal”.

Ortiz Lobo por su parte señala que la popularización del término salud mental ha terminado por provocar en la población un estado de alerta constante: “De alguna manera nos está conduciendo vigilarnos, a estar pendientes de si estamos mal y a pensar que necesitamos entrar en tratamientos”. Y advierte también sobre el carácter fluctuante del término a lo largo de la historia: “Muchas veces la psicología y la psiquiatría se han hecho cargo de lo que no se ajustaba a la norma y esto es peligroso. Hace 50 años la sociedad consideraba a los homosexuales como enfermos mentales. El peligro que veo ahora es que en nuestros tiempos tenemos también un ‘tipo ideal’ que sería una persona resiliente, optimista, productiva… Tengo la sensación de que las personas que se alejan de esta norma sufren y corremos el riesgo de codificar ese problema como algo del ‘yo’ sin preguntarnos que está pasando en nuestro entorno”.

Tenemos un ‘tipo ideal’ que sería una persona resiliente, optimista, productiva… y las personas que se alejan de esta norma sufren

Los trastornos mentales representan en la actualidad el 25% de las patologías en el mundo superando incluso estas cifras al porcentaje de enfermos con cáncer, que afecta a un 20% de la población. Sin embargo, los expertos insisten en no quedarse únicamente con el mero dato estadístico ni establecer comparaciones: “El problema de este tipo de datos, que por otro lado no son mentira, es que implican una mirada muy reduccionista de a qué se debe ese sufrimiento. Es una realidad que hay un sufrimiento psíquico en la población muy importante, pero hay que tener cuidado a la hora de confrontarlo con otros fenómenos que se pueden medir de una forma más clara porque estamos comparando cosas que no son comparables ya que en este caso son las condiciones de vida las que generan mucha parte de ese sufrimiento”, explica la psiquiatra Marta Carmona.

¿Es el estilo de vida actual perjudicial para la salud mental? “Las condiciones vitales son muy importantes. Cuando hablamos de enfermedades mentales nos olvidamos que uno de los factores que más se ha probado científicamente es que se originan a causa de los llamados factores condicionantes sociales”, indica Carmelo Vázquez. Sin embargo, para Carmona quedare solo con el estrés del día a día con prisas es una visión demasiado simplista del problema, ya que el verdadero detonante para esta psiquiatra se encuentra en que “estamos en un contexto social tremendamente generador de desigualdad y este sí es un factor que genera sufrimiento psíquico y que deteriora la salud mental de la población. La desigualdad genera siempre un mal”.

El urbanismo, las condiciones de trabajo, la desigualdad salarial… afectan de un modo brutal y evidente la salud mental de los individuos

Algo que apoya su colega Ortiz Lobo: “Se ha estudiado que en las sociedades más desiguales es donde hay más problemas de salud mental. Incluso los ricos de las sociedades más desiguales tienen más problemas de salud mental que en sociedades más equitativas”.

Para Vázquez el verdadero “jinete del Apocalipsis" de la salud mental son las desigualdades sociales que han crecido hasta cotas desconocidas en las últimas tres o cuatro décadas: “El factor no es el de riqueza o pobreza en las relaciones, sino el de desigualdad dentro de ellas. Cuando pensamos en salud mental siempre pensamos en el individuo y no en las sociedades y hay que trascender a esto porque la salud tiene un sujeto individual pero también comunitario. Y si pensamos en sociedades tiene que ver con elementos fundamentales como el urbanismo, las condiciones de trabajo, la desigualdad salarial… estos elementos estructurales afectan de un modo brutal y evidente la salud mental de los individuos”. 

“Todos esos gurús de la felicidad que hacen prescripciones totalmente individualistas jamás hablan de esa interdependencia, dan recetas individuales para un mundo que en realidad no existe porque no existe ninguna sociedad que funcione exclusivamente con individuos” añade la psiquiatra Marta Carmona.

Para estos tres expertos en salud mental uno de los grandes errores de la sociedad actual es tratar de individualizar un problema que tiene que ver con lo colectivo. “Este es el peligro, que muchas veces ese descontento generalizado que tiene que ver con nuestro estilo de vida, con las condiciones laborales, con los problemas sociales... lo estamos individualizando. Son las personas las que no se adaptan a este tipo de problemas y esto de alguna manera impide que pueda haber una respuesta más colectiva hacia estas dificultades”, afirma Ortiz Lobo.

El peligro es que se individualicen a las personas que sufren estos problemas en vez de pensar qué hacemos como sociedad

E insisten en la importancia que tiene el contexto social para entender las importantes cifras de sufrimiento psicológico que afectan a la población (el 24% de las personas que acuden a un centro de salud mental no presenta ningún trastorno diagnosticable): “No se puede decir que estas personas no tengan nada. Es un sufrimiento que puede tener que ver con que llevas mucho tiempo en el paro o quieres poner en marcha un proyecto de vida y no tiene acceso a una vivienda digna o tienes un trabajo con una precariedad espantosa. Pasan cosas espantosas que producen mucho sufrimiento, pero lo que no sé es si son síntomas de una enfermedad que necesita un tratamiento o, por el contrario, problemas sociales que tenemos que repensar entre todos. Este es el peligro: que se individualicen a las personas que sufren estos problemas en vez de pensar qué hacemos como sociedad con estos problemas que son de todos”.

“Si estos problemas se resolviesen con una renta básica universal no podemos depositar la responsabilidad en el individuo, ni podemos exigirle que encuentre un tratamiento farmacológico adecuado para él o una técnica de intervención psicoterapéutica que le permita hacer como que no existe ese malestar” añade la Presidenta de la Asociación Madrileña de Salud Mental.

En la medida que todo se recluye en una consulta estamos quitándole a estos problemas el peso de lo público y de lo colectivo

Por último, los tres ponentes abordaron los daños que, indirectamente, pueden provocar la psicología y psiquiatría: “A nivel individual estamos expropiando a las personas su capacidad para afrontar las experiencias vitales humanas que a veces son dolorosas y provocan sufrimiento. La salud mental no debería ser no sufrir, sino poder afrontar ese sufrimiento con los suyos y con sus propios recursos sin tener que acudir a un experto para que me dé una solución. Por su parte, a nivel social estamos despolitizando los problemas sociales, en la medida en la que todo esto se recluye en una consulta psicológica o psiquiátrica estamos quitándole el peso de lo público y de lo colectivo. Tratar problemas sociales en la consulta está ‘patologizando’ a la persona, le está dando falsas esperanzas… porque lo que mejora a la gente es tener un empleo o una vivienda”, concluye el psiquiatra Ortiz Lobo.

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