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Las piscinas no solo son para el verano: cómo evitar el 'sarro de nadador', el pelo verde, las dermatitis...

El cloro puede resecar el pelo, la piel y dañar los dientes.
Tatiana S./ Pixabay

El cloro es una sustancia química indispensable para desinfectar el agua, que esta sea potable sin riegos para la salud y para que podamos bañarnos en piscinas sin contraer ninguna enfermedad infecciosa. Sin embargo, bañarnos sin preocuparnos por las infecciones en una piscina puede acarrear daños colaterales en la piel, el pelo e incluso en nuestros dientes.

Piel más seca, dermatitis y acné

La exposición regular de la piel al agua de las piscinas -cuyo nivel de pH superior al de la epidermis- puede alterar la flora bacteriana de la piel y destruyen la barrera protectora, lo que se traduce en una piel más seca, más dermatitis e incluso más acné. Las personas con dermatitis atópica son más sensibles al cloro y es normal que vean empeorar su afección si practican natación a menudo. Además, este efecto se incrementa en las piscinas cubiertas y climatizadas que usamos cuando no es verano debido a la temperatura del agua. Aunque en menor medida que la dermatitis, la psoriasis también puede empeorar con la exposición al cloro.

Cómo prevenirlo: Las personas son dermatitis atópica pueden aplicar una crema que cree una barrera entre el agua y la piel, pero no es recomendable que lo haga todo el mundo para no ensuciar en exceso el agua. Si no tenemos problemas en la piel, pero no queremos que se nos reseque, debemos ducharnos inmediatamente después y añadir a nuestra rutina una crema especialmente hidratante, regeneradora, nutritiva, etc.

Conjuntivitis e irritaciones

El cloro en contacto con los ojos puede irritarlos y causar picor y conjuntivitis. Esto se debe sobre todo a la cloramina, una sustancia que se forma al entrar en contacto el cloro con algunas sustancias orgánicas, como la urea o el amoniaco. Por tratarse de recintos cerrados, estos síntomas se incrementan en las piscinas cubiertas.

Cómo prevenirlo: Para evitarlo, lo mejor es usar gafas de buceo y hidratantes oculares para lubricar el ojo. Tampoco debemos entrar nunca en una piscina con las lentillas puestas.

Cabello quebradizo ¿y verde?

El cloro reseca el cabello y lo vuelve quebradizo y débil, por lo que la exposición regular a esta sustancia hace que se rompa con más facilidad y tenga un aspecto apagado y sin brillo. Además, los cabellos teñidos, que ya de por sí están debilitados debido al tinte, de vuelven aún más frágiles, porosos y susceptibles a agresiones externas. Si esto ocurre, sobre todo en cabellos teñidos con tonos claros, el pelo puede adquirir un tono verdoso. Pero no se debe al cloro, sino al sulfato de cobre, una sustancia que se añade al agua para eliminar los hongos. El cloro solo lo hace más poroso y, por tanto, más susceptible a que penetre esta sustancia.

Cómo prevenirlo: Lavarse el cabello nada más salir de agua, a poder ser con un champú hidratante, y aplicar mascarillas con regularidad. En cabellos teñidos, es recomendable usar champús que contengan EDTA (ácido etilendiaminotetraacético) u otros ingredientes que descompongan y eliminen los metales. El gorro también ayuda a que el cabello no esté tan en contacto con el cloro, aunque lo más probable es que sea obligatorio.

Dientes más sensibles y con más sarro

El efecto que el cloro de las piscinas puede provocar en nuestros dientes es bastante menos conocido que los anteriores. Se conoce con el nombre del ‘sarro de nadador’ y se produce debido a la diferencia del PH del agua con cloro, que es de entre 7,2 y 7,6; mientras que el pH de nuestra saliva está normalmente entre 6,5 y 7. Esto provoca que las proteínas de la saliva se descompongan con rapidez y formen depósitos en los dientes. Las bacterias de la boca se adhieren a estos depósitos y facilitan la formación de sarro y manchas amarillas y marrones en los dientes. A la larga, este efecto puede dar lugar a caries o enfermedades de las encías.

Por otro lado, la exposición prolongada a los productos químicos del agua de la piscina tiene efectos corrosivos sobre el esmalte dental y los dientes se erosionan, dando lugar a una mayor sensibilidad dental.

Cómo prevenirlo: Además de visitar al dentista regularmente, es recomendable beber agua después de la piscina para equilibrar el PH de la boca y usar un dentífrico fluorado.

En general, los niños suelen ser más sensibles a los ‘efectos secundarios’ del cloro, especialmente si tiene asma, pueden ver empeorar sus síntomas. Por este motivo, con ellos habrá que extremar las precauciones. 

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