Ejercicios

Incluso en los últimos estadios de la enfermedad, el ejercicio físico actúa como medicina contra el cáncer

Un hombre mayor haciendo ejercicio, en una imagen de archivo.
PEXELS

Estamos hartos de escuchar lo importante que es el ejercicio físico para la salud humana, pero la verdad es que es difícil enfatizar lo suficiente sus efectos positivos en un buen número de aspectos diferentes de nuestro bienestar.

Ahora, por ejemplo, un nuevo estudio publicado en el medio especializado Prostate Cancer and Prostatic Diseases ha documentado los beneficios que puede aportar a las personas con cáncer avanzado, y como estos son evidentes, incluso atendiendo a cada sesión individual de entrenamiento que se realiza.

Mioquinas, medicina de nuestro propio cuerpo

La investigación se construye sobre trabajos previos también llevados a cabo por la Universidad Edith Cowan (ECU) (Australia) que ya habían observado que los hombres con cáncer de próstata avanzado pueden cambiar el entorno químico de su cuerpo a lo largo de seis meses de entrenamiento, de manera que en cierto grado suprima el crecimiento de las células cancerígenas.

Concretamente, en esta clase de pacientes el ejercicio físico parece aumentar los niveles de unas proteínas llamadas mioquinas, que son secretadas por las células de la musculatura esquelética (aquella que mueve los huesos de nuestro cuerpo) y que pueden suprimir el crecimiento tumoral e incluso combatir activamente las células cancerosas estimulando un buen número de procesos anticancerígenos en nuestro cuerpo.

Ahora, el nuevo estudio ha concluido que incluso una sola sesión de ejercicio físico eleva el nivel de estas proteínas, con lo que podría decirse que cada dosis de ejercicio físico cuenta para lograr estos efectos positivos.

No es una cura, pero extiende la supervivencia

Este hallazgo se produce después de que los autores tomasen a nueve pacientes con cáncer de próstata avanzado y les prescribieran 34 minutos de ejercicio de alta intensidad en una bicicleta estática y les tomasen muestras de sangre tanto antes de la actividad como justo después y 30 minutos más tarde.

Efectivamente, comprobaron que la sangre de estos pacientes presentaba niveles aumentados de mioquinas después del ejercicio, lo que elevaba los efectos anticancerígenos sobre un cultivo celular alrededor de un 17%. Y este fenómeno se daba incluso en pacientes con una enfermedad muy avanzada y que ya habían sido sometidos a muchos tratamientos durante años.

Eso sí, es importante destacar que esto no significa que el ejercicio pueda suponer una cura para estas personas; en ellas, el cáncer ya se considera terminal teniendo en cuenta la tecnología terapéutica actual. Pero sí que es posible, dicen, que un régimen de ejercicio intenso de manera habitual pueda extender su supervivencia.

Aún es necesario llevar a cabo más investigaciones sobre el potencial terapéutico del ejercicio frente a los cánceres, pero estos investigadores creen que sus hallazgos podrían ayudar a dar forma a los consejos médicos que se da a los pacientes con cáncer avanzado.

Referencias

Kim, JS., Taaffe, D.R., Galvão, D.A. et al. Acute effect of high-intensity interval aerobic exercise on serum myokine levels and resulting tumour-suppressive effect in trained patients with advanced prostate cancer. Prostate Cancer Prostatic Dis (2022). DOI:  https://doi.org/10.1038/s41391-022-00624-4

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