Familia

¿A qué edad empiezan a tener miedo los niños?

Un bebé llorando.
GTRES

El miedo es una emoción desagradable, pero cumple una función: hacer que seamos precavidos y evitemos situaciones peligrosas. Por eso, todas las personas lo experimentamos.

Con todo, los miedos no son los mismos en todas las personas. Aparte de haber importantes diferencias entre individuos (que dependen de su personalidad, su entorno, sus vivencias...), los miedos van evolucionando y cambiando a lo largo de las distintas etapas de nuestra vida.

¿Cuándo aparece el miedo y cuáles son los primeros?

Como bien sabemos, cuando una persona nace aún tiene un largo camino para desarrollarse por completo, tanto en lo que se refiere a su personalidad como físicamente o en habilidades.

Por ejemplo, al nacer los bebés humanos ni siquiera pueden usar completamente sus sentidos, lo que limita incluso su percepción del entorno. Así, es lógico que los miedos no sean innatos, sino que aparezcan algo más tarde.

De hecho, se piensa que los miedos aparecen entre los seis meses y el año de edad, dependiendo de cada caso. En esta etapa, los objetos de esos primeros miedos son muy abstractos: la soledad, los ruidos fuertes, las sensaciones físicas desagradables...

A medida que el bebé crece y va experimentando el mundo a su alrededor, estos temores se van volviendo algo más concretos. En torno a los tres años de vida es frecuente que los niños empiecen a mostrar miedo a la oscuridad, a las pesadillas, a separarse de sus padres, a monstruos imaginarios o vistos en la ficción, a ciertos animales...

Con esta edad también es frecuente que los niños imaginen cosas que no son reales a partir de estímulos que perciben (por ejemplo, la oscuridad o las sombras), lo que puede acrecentar estos miedos.

A continuación, y más o menos hasta los seis años de edad (de nuevo, dependiendo de cada caso), los niños pueden desarrollar miedos a situaciones más reales y a veces relacionados con situaciones sociales. No son raros, por tanto, los miedos a los desconocidos, a ir al médico, a ir al colegio (en los primeros días), a la muerte de seres queridos...

Hacia los miedos de los adultos

Poco a poco, a medida que el pequeño entra en la adolescencia y esta etapa avanza, los miedos infantiles van dejando paso a los que son más propios de los adultos.

De esta forma, van pasando de los temores propios de la infancia tardía (a partir de los seis años, los niños pueden mostrar miedo a no tener amigos, a sufrir lesiones físicas, a los insectos...) a otros que emanan de las situaciones que van viviendo, como los miedos a los exámenes, al fracaso, a no gustar, a hacer el ridículo, al rechazo... e incluso a algunos que tienen que ver con su futuro profesional y personal.

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