Familia

¿Cuáles son los niveles normales de glóbulos blancos en sangre en los niños?

Imagen de un grupo de leucocitos al microscopio.
skeeze / Pixabay

Los glóbulos blancos, o leucocitos, son un tipo de célula presente de forma natural en la sangre y que cumple funciones fundamentales en la defensa del organismo ante diversas amenazas (principalmente, enfermedades infecciosas), como parte del sistema inmunitario.

Estas células se producen en la médula ósea, y es importante monitorizar ocasionalmente sus niveles ya que pueden apuntar a diversos problemas que afectan a esta parte del cuerpo o, en general, al sistema inmunitario.

¿Cuáles son los niveles adecuados?

Los recuentos que se consideran normales varían con la edad del paciente. Para los adultos y los niños mayores de dos años, en ambos sexos, se consideran adecuados todos los valores entre 5.000 y 10.000/mm3.

En cambio, para los niños menores de dos años los valores normales se consideran aquellos entre 6.200 y 17.000/mm3.

Finalmente, los recién nacidos son quienes deben mostrar una cuenta más alta; concretamente, sus valores deberían situarse entre los 9.000 y los 30.000/mm3.

¿Qué significa si el recuento es bajo o alto?

Las anomalías en estos valores deben investigarse para encontrar una posible causa subyacente. Existen bastantes causas que pueden inclinar los números en uno y otro sentido.

Cuando el recuento es demasiado bajo es lo que se denomina un caso de leucopenia. Esto implica que el sistema inmune se encuentra debilitado, algo que puede ocurrir, entre otras causas, como consecuencia de diversas enfermedades (como el cáncer o el VIH) o por la toma de ciertos medicamentos. Un recuento bajo, a largo plazo, supone un mayor riesgo para el paciente ante trastornos e infecciones.

Por el contrario, si es demasiado alto se conoce como leucocitosis. Habitualmente, su causa es una infección presente o reciente, y se equilibra algo después de superarla. Sin embargo, si se mantiene en el tiempo, puede indicar la presencia de una infección bacterial o vírica crónica, alteraciones tumorales de la médula osea (leucemia), reacción a un medicamento, artritis reumatoide, obstrucción abdominal, estrés elevado y otras causas.

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