Familia

Qué hacer cuando los niños tienen miedo por las noches

Niño durmiendo.
UNSPLASH

El miedo es una emoción que todos experimentamos a lo largo de nuestra vida. Aunque resulte desagradable, en su justa medida es beneficiosa; nos ayuda a evitar peligros y situaciones de riesgo. En exceso, no obstante, y si no se aborda de manera adecuada (especialmente durante la infancia) puede ser el origen de malos hábitos y de mucho sufrimiento.

El miedo a la oscuridad, muy común en los niños

A medida que los niños van descubriendo el mundo, pueden ir sintiendo miedo ante muchas situaciones. Como señalábamos, esto es normal e incluso positivo, ya que puede ayudarles a ser precavidos de manera instintiva.

Así, es frecuente que, especialmente pasados los tres años de edad, los niños pasen por una etapa en la que tengan miedo de la oscuridad, lo que lógicamente se manifiesta con especial intensidad durante la noche. Se estima que este miedo aparece hasta en un tercio de todos los niños

No se trata de un miedo innato (y de hecho no se da en los recién nacidos, sino que es adquirido; puede ser el resultado de muchas causas que varían en gravedad. Por ejemplo, puede surgir simplemente de haber visto películas o videojuegos de terror (cuyas escenas se quedan grabadas con facilidad en la memoria de los pequeños), por imitación del miedo observado en otros hermanos o incluso en adultos o en casos más graves por experiencias traumáticas relacionadas con la oscuridad.

Hay que señalar que, normalmente (dependiendo, en buena medida, del origen del miedo) pasa por sí solo al cabo de un corto lapso de tiempo. No obstante, hay algunas maneras de ayudarles que es importante conocer.

Cómo ayudar a los niños

Lo primero que deberíamos hacer, como padres, es ponernos en el lugar del niño. La mente no funciona igual durante la infancia que durante la vida adulta; y aunque nos pueda parecer que su temor es infundado o absurdo, para ellos es muy real.

Por ello, es importante no ridiculizarlos y tomarlos en serio, y favorecer que expresen lo que sienten. Hablar con ellos tranquilamente y ayudarles a racionalizar la situación puede ayudarles a afrontar su miedo.

De la misma manera, es posible que en estos momentos necesiten compañía durante un rato, ya que la presencia de sus padres debería ayudarles a sentirse seguros. Estrategias como acompañarles hasta que se calmen o se duerman, conversar con ellos, leerles un cuento o entonarles una canción pueden ser de gran ayuda.

Por otro lado, es conveniente limitar la exposición del niño a películas o videojuegos de terror o violentos mientras persista este miedo, ya que este tipo de contenidos puede originarlo o empeorarlo.

Por último, y aunque pongamos en marcha estas estrategias, siempre es positivo exponerles de manera gradual y controlada al desencadenante del miedo (en este caso, la oscuridad). Numerosos estudios han demostrado que este método ayuda de manera significativa a la eliminación del temor.

Cuando el miedo a la oscuridad se cronifica: nictofobia

Cuando el miedo es especialmente intenso y persistente, se denomina nictofobia. Es especialmente frecuente cuando emana de una vivencia traumática, y puede extenderse hasta la adolescencia o la adultez.

En estos casos, en los que puede ser sintomático de problemas más graves, lo más indicado es acudir a un terapeuta que evalúe el caso del niño y que diseñe una estrategia (normalmente de carácter psicoterapéutico) para solucionar la fobia y, si los hay, los trastornos subyacentes.

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